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Patética. Esa era la palabra perfecta para definirme en ese momento.

Había salido prácticamente huyendo después de decirle que estaba insegura si acostarme con él o no. Corrí hasta mi habitación donde me encerré colocándole seguro a la puerta y llorando como una tonta a pesar que sabía que Jimin era capaz de escucharme.

Suspire al recordarlo.

Debía hablar con él, lo sabía desde que salí de su despacho. Debía hacerlo entender lo que me ocurría en verdad y no dejar que adivinara. Las cosas no funcionaban de esa manera.

—Eres repugnante. — escuche la voz de Lucas justo cuando entre al comedor donde la familia Park estaba sentada para desayunar, incluyendo a Jimin, lo cual era raro.

Lucas miraba como Rafael tomaba un huevo del plato lleno de ello en el centro de la mesa...con su lengua. Era una lengua larga y negra, pero no me sorprendió, mi bisabuela ya me había advertido que él era el hermano mitad demonio y que le gustaba alardear en ocasiones, como esa, de su cuerpo de demonio de color negro y deforme que ocultaba con su magia adoptando un cuerpo de apariencia humana.

—Lo hago para joderte la vida. —dijo con una sonrisa de niño travieso, pero le quitaba la inocencia por sus dientes afilados. — ¿Alguno quiere huevo? Puedo ser amable y pasárselo.

Siguió molestando mientras alargaba a lengua para ofrecerles un huevo a sus hermanos que lo ignoraban. Nimri rodo los ojos y volvió a mirar su teléfono, mientras que Jimin lo miraba de manera reprobatoria y Lucas con asco. Nicolas era el único que se reía de sus payasadas.

— ¿Qué tal tú? —me dijo justo cuando me ponía a su lado para dejar un plato lleno frutas extrañas, según mi abuela, fruta que se cosechaba en el inframundo. —Tienes cara de que te gusta que te consientan y te alimenten.

Levante la ceja y solté una risita en el momento que escuche a Jimin decir el nombre de su hermano con los dientes apretados.

—No, gracias. Soy alérgica a los huevos llenos de baba verde. —dije mirando como manchaba la blanca piel del alimento de su saliva de ese color.

Rafael se encogió de hombros y retrajo su lengua para parecer un simple humano con la boca llena.

—Tú te lo pierdes, al igual que ellos.

Junto a mi abuela, seguí con mi trabajo, deje varios platos diferentes frente a cada uno: a Lucas le pusimos un plato de pescado y cangrejos, y en cuanto a Nicolás y Nimri, solo huevos revueltos y tostadas.

En cuanto a Jimin, le deje una copa de agua con limón al frente y justo sentí su mano que estaba bajo la mesa tomar mi mano oculta a la vista de todos y darle un apretón. Lo mire de reojo y no necesitamos palabras, me estaba diciendo que todo estaba bien y fui capaz de regalarle una leve sonrisa al sentirme algo relajada por ello.

Le devolví el apretón antes de soltarlo y le guiñe el ojo para que notara que todo estaba bien...al menos en parte. No iba a huirle u odiarle porque me deseara, era algo normal en los hombres al parecer.

Todos comenzaron a comer en silencio y podía sentir la tensión en el aire cuando me senté en una esquina de la habitación junto a mi abuela, ese era el sitio donde ella me dijo que debíamos esperar hasta que la familia terminara de comer, ya que si ellos deseaban algo más debíamos atenderlos de inmediato.

No pude evitar pensar que era una estupidez. ¿Qué tenía la mayoría de gente con dinero en volverse perezosa? Buscar otro plato de comida, un bote de salsa o pan no era tan difícil, tampoco la cocina quedaba muy lejos para ello. Aun así solo suspire y recosté la espalda a la silla mientras jugaba con mis pies debajo del vestido, hoy estaba usando los zapatos deportivos y al solo recordarlos me hacía sonreír porque automáticamente me hacía pensar en Jimin.

En tus venas (Saga Paranormal #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora