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Al abrir la puerta note a Jimin en posición fetal en el suelo, justo en una esquina. Me acerque con velocidad y me arrodille para tomar su rostro. Sus ojos estaban rojos y su piel pálida, sus labios resecos y cuarteados, junto a su pulso que estaba débil.

—Jimin. —le susurre con el corazón encogido. No iba a perdonarme que yo podía haber evitado verlo de esa forma. Me desate un poco la parte de atrás del vestido para dejar mi hombro y mi cuello al descubierto. —Vamos, come...no es un pecado hacerlo. —le repetí lo mismo que me había dicho una de las primeras veces que nos vimos durante la madrugada.

Tome su cabeza y lo coloque en mi cuello como si fuera un bebé mientras acariciaba su espalda, pero solo podía notar su corta respiración y eso me estaba preocupando. ¿Por qué no hacía nada?

Gire la cabeza un poco para ver a los hermanos de Jimin que estaban tensos en la entrada mirando la escena, pero al segundo sentí los labios de él en mi cuello y luego como sus dos colmillos me atravesaban y los otros se clavaban con dureza en mi piel.

Grite por lo fuerte que se sintió. Era un dolor diferente al que Lucas me había producido cuando me mordió. Era un dolor que me atravesaba el cuerpo entero y que me produjo un dolor de cabeza tan intenso que tuve que cerrar los ojos y mi fuerza la fui perdiendo poco a poco con cada succión al mismo tiempo que Jimin la fue recuperando y me tiro al suelo para ponerse sobre mí de manera brusca.

Abrí los ojos al notar que la sangre que salía de mi estaba creando un charco a nuestro alrededor y cuando escuche los gritos de Rafael y Lucas. Intentaban apartarlo de mí, pero no lo estaban logrando hasta que Nimri tomo un cuchillo y se cortó la palma de la mano haciendo que Jimin tuviera que mirarla y soltarme para ir contra ella, pero su hermana uso uno de los hechizos que había aprendido para ponerlo contra la pared y que no pudiera moverse.

—Perdió demasiada sangre. —dijo Rafael cargándome y poniéndome sobre la camilla que siempre estaba en cuarto frío. — ¿Estas escuchando lo que digo, Agneta?

No lo mire o hice un ademán por hacer un gesto que diera entender que lo escuchaba, mi cerebro estaba embotado, como si no pudiera pensar con claridad, lo único que podía entender era que Jimin estaba gruñendo como un animal que le duele alguna parte de su cuerpo y eso no me gustaba. No quería verlo así: con la barbilla y boca llena de sangre al igual que parte de su camisa blanca y sus manos, además de tener el cabello revuelto y los ojos perdidos.

—No puedo estar aquí. —dijo Lucas cuando me estaban inyectando algunas cosas y se manchó las manos de mi sangre. —Lo siento, no puedo.

Vi a Nicolás aparecer junto a una chica con poca ropa que se asustó al ver aquella sala que parecía haber salido de una película de terror y Nimri soltó a Jimin, haciendo que él saltara sobre la chica que grito como loca.

— ¿Qué hago? —le dijo Nimri a Rafael cuando Nicolás salió corriendo de la habitación al ver la sangre. — ¿Por qué no deja de sangrar?

—No funciona el medicamento que se activa con el frío—respondió desesperado. —ni siquiera recuerdo como mierda se llama.

—Frigus.

Escuche las maldiciones de Nimri y a Rafael intentando parar la hemorragia, pero mis ojos comenzaron a sentirse pesados y lo último que recuerdo fue ver a Jimin levantarse con cara de horror al ver a la mujer muerta en el suelo por su culpa.

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Solté un pequeño gemido al sentir todo el cuerpo protestar al moverme un poco. Me dolía absolutamente todo, en especial el cuello. Me frote los ojos antes de abrirlos y me encontré acostada en mi cama con mi camisa de pijama, la sabana gruesa cubriéndome hasta el pecho bajo mis brazos donde en uno tenía conectado una vía que a su vez estaba conectada a un suero médico.

En tus venas (Saga Paranormal #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora