Epilogo

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Jimin

Estaba muerta, la mujer a la que jure amar hace menos de un día estaba muerta. Fue asesinada y no pude hacer nada para impedirlo. Me sentía impotente y como un idiota total, como un niño sin experiencia que pensó que por un momento la vida podría ir a su favor, que podía ser feliz al menos dentro de las paredes de su habitación junto al amor de su vida. En la habitación donde había reído, donde me había sentido amado a un nivel más intenso y puro, sin dobles intenciones, y todo gracias a ella, a Agneta.

Apreté los puños. De solo pensar en su nombre me sentía a punto de vomitar o de ponerme a llorar, pero no haría ninguna de esas cosas en frente de la familia de ella o Namjoon junto a mis hermanos.

Los padres de Agneta no paraban de llorar y de preguntar qué era lo que había ocurrido y, por supuesto, querían ver a su hija a la cual no habían visto desde el ataque en la boda la noche anterior. Pero había preferido que nadie le dijera nada, no quería hacerlos sufrir más de la cuenta, por ello había mandado a que comenzaran a borrarle la memoria y los enviaran a casa como si nada de eso hubiera ocurrido, y aunque lamentablemente no podía ocultar la muerte de Agneta, haría que le dijeran una mentira con respecto a ello también. Ninguno de ellos se merecía seguir viviendo con la imagen aterradora del ataque y de la suposición del sufrimiento de uno de sus miembros de la familia.

Automáticamente recordé el momento exacto cuando luchaba contra uno de los demonios que habían entrado al salón y sentí un dolor entre el pecho y el estómago, un dolor extraño como si el demonio me hubiera atacado y no fue así, de hecho lo acaba de vencer. El dolor se fue intensificando haciendo que cayera de rodillas, busque con la mirada a Namjoon para que me ayudara y note que no estaba a mí alrededor, pero si note que Lucas estaba en la misma situación que yo a unos metros. Ambos nos miramos por un segundo, arrodillados y con una mano en el pecho, al principio no lo entendí, pero luego cuando el dolor se hizo constante junto a un miedo irracional...que no era mío y que eclipsaba la preocupación que sentía de Roberta desde hace rato y que había pasado por alto.

En el momento que comprendí que era lo que estaba sintiendo Agneta me puse de pie de un salto, aguantando el dolor que ella me transmitía gracias a que bebía su sangre, y corrí al vestíbulo esquivando a los demonios que me encontraba a mi paso.

Recordé la rabia que sentí hacía mí mismo por no haberme dado cuenta de cómo ella se sentía. Era tan normal tener sus sentimientos atravesando mi cuerpo todo el tiempo que se volvió algo que muchas veces no le prestaba mucha atención, sobre todo cuando estaba ocupado y era algo que hacía para no volverme loco y sentirme tan amarrado, pero en ese momento me sentí estúpido.

Cuando sentí el olor de su sangre a lo lejos supe exactamente donde estaba y me transporte hacía allí, pero termine cayendo fuera del ascensor, detrás de Nimri y Namjoon que intentaban abrir las puertas de este con las manos y hechizos. Los ayude por unos segundos hasta que el hechizo que tenía atorado el ascensor desapareció y logre abrir la puerta y verla.

Esa imagen no me la esperaba. Verla allí tirada en el suelo con los zapatos fuera de sus pies, su vestido que ya muy pocas partes se notaba el color original, su cabello oscuro trenzado enmarañado y su cara pálida, extremadamente pálida. Corrí para sostenerla entre mis brazos sin importarme que mi traje se estaba manchando con el charco de sangre a su alrededor y que mis instintos más bajo me pedían comer, pero no, eso no era lo que haría...la quería a ella bien y sin ese aspecto.

Namjoon y yo conjuramos un hechizo de curación al mismo tiempo, pero cuando lo tiramos sobre ella...ya había cerrado los ojos y había muerto en mis brazos. Fue allí que me quebré, grité e intente mil veces cualquier hechizo para salvarla, para que volviera a mí, pero el resultado era el mismo.

En tus venas (Saga Paranormal #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora