Capítulo 40

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El taxi me dejó en la puerta de mi casa hace cinco minutos, pero aún no me armaba de valor para entrar, tenía miedo de no ser recibida en esta casa después de la pelea con mi madre pero no tenía otra opción, no tenía otro lugar a donde ir. Cerré los ojos, respiré hondo y limpié mi rostro antes de tocar el timbre. Creí que me encontraría con alguien de servicio pero en lugar de eso fue mi padre quien abrió la puerta, mirándome con una sonrisa primero y cambiando su expresión al ver lo mal que me encontraba.

-    Dios mío Teresa ¿qué fue lo qué pasó?- pregunta mi padre mientras me toma entre sus brazos.

-    Papá- ahogó un sollozo. - ¿Puedo volver a casa?

-    Michael ¿quién es?- aparece mi madre.

Tuve la ligera impresión de que mi madre estaba esperando este momento, por la forma en la que me miraba con satisfacción.

-    Veo que te lo dijo, de otra forma no estarías aquí- dice fríamente.

-    ¡¿Tú lo sabías?!- me aparte de mi padre y me dirigí hacia ella.

-    Por supuesto que sí, yo jamás olvido un rostro.

No puede ser, si hay algo peor que descubrir que tu novio te había traicionado era descubrir que tu propia madre lo había hecho.

-    ¡Cómo pudiste ocultármelo!- le grito.

-    Tenías que aprender la lección Teresa- mi madre arquea una ceja y cruza los brazos. – Yo te advertí que clase de persona era ese chico pero no quisiste escucharme.

-    ¡Porque creí que estabas comparando tu historia con la mía! Si me hubieras dicho desde un principio todo esto sin rodeos ahora no estaría sintiendo que estoy muriendo por dentro- le espeto.

-    Oh por favor no seas dramática niña- no cabía duda que Lilian Archibald de Prescott era la mujer más dura e insensible que existía.

Me doy cuenta que todos mis esfuerzos por aguantar mi tristeza y llanto fueron en vano cuando el dolor desgarrador que siento en mi corazón reaparece haciendo que me eche a llorar de nuevo. El tener el corazón roto es como ver un cristal caer en cámara lenta, sientes que comienzas a hacerte pedazos por dentro mientras que tu cabeza no deja de repasar cada día que pasaste con esa persona a la cual creías especial. No sabes que hacer porque te sientes desesperada. Lloras, te arrastras, te arrodillas, pero ninguna de las acciones que hagas podrán hacerte sentir mejor, ni podrán borrar todos los momentos bellos y especiales que viviste con es persona.
Tratas y tratas de buscar una forma de salir de la oscuridad porque es tan grande el dolor que sientes como si estuvieras a punto de caer de un acantilado y lo único que te sostiene de no morir son las puntas de tus dedos tratando de aferrarse a algo más. Hay personas que deciden rendirse, dejándose caer al abismo de la depresión, pero hay otras que toman lo mejor de la vida diciéndose a sí mismos que algún día la tristeza solo será un simple recuerdo de una de las pruebas más difíciles que te pone la vida en tu camino.

-    Sabes algo madre, se por qué hiciste todo esto- aclaro la voz. – No fue para darme una lección, sino para hacerme volver aquí y dejar que manipules mi vida aprovechando mi debilidad, pero te digo una cosa...Nunca dejaré que eso pase.

La había dejado sin palabras. Ella sabía que decía la verdad es por eso que no se pondría a discutir conmigo, por lo menos no esta noche.

-    No necesito esto. No necesito a una madre que primero piensa en ella misma antes que en su propia hija- digo con un nudo en la garganta. – Creí que este podría ser mi lugar de refugio, pero veo que me equivoque, aquí no hay nada más que secretos y mentiras así que será mejor que me vaya.

-    No seas infantil Teresa- refuta mi madre. – Si te vas de nuevo no volverás a pisar esta casa ni recibir ningún apoyo de nuestra parte ¡Escuchaste!

-    Es mejor tener nada y ser libre que tenerlo todo y dejar que me pierda a mí misma.

Entre a la casa hecha una furia, estaba decidida a tomar todas mis cosas y desaparecer del radar de mi madre, no tenía adonde ir pero sabía que podía contar con Mia y Josh.

-    ¿Thea?- dice alguien detrás de mí.

Ese nombre, solo había una persona en el mundo que me decía así. Volteo mi cuerpo tembloroso lentamente antes de comprobar que la persona que estaba detrás de mí era quien yo creía.

-    ¿Thomas?- mi hermano estaba parado justo en frente de mí.

La poca cordura y estabilidad que me quedaba se había desvanecido. Ya no lo podía ver de la misma forma después de todo lo que me dijo Hayden, algo entre nosotros se había roto después de descubrir todos sus secretos.

-    No puedo creer que estés aquí Thea- se acerca a mí con los brazos extendidos pero antes de que pueda tocarme doy un paso atrás. – ¿Qué te pasa hermanita?

No me había dado cuenta de mi repentino rechazo, estaba olvidando que Thomas no sabía nada.

-    Lo siento es solo que verte después de tantos años me ha dejado paralizada, casi ni te reconozco- miento.

Mi hermano seguía exactamente igual solo que ahora era más alto y músculo. Solían decirnos lo mucho que nos parecíamos cuando éramos niños, pero es evidente que la adolescencia nos ha convertido dos personas completamente diferentes.

-    Segura que es solo eso porque te noto algo nerviosa- me inspecciona con la mirada.

-    Thomas necesitamos hablar.

No lo pude contener más, era ahora o nunca. Sabía que a partir de mañana los días se convertirían insoportables. No me despertaría al lado de Hayden y recordaría que no fue una pesadilla sino mi realidad a la cual tendría que sobrevivir cada día que pase. Tal vez Thomas me ayude a comprender cómo es que las cosas llegaron tan lejos y cómo es que yo estoy pagando las consecuencias. Hayden me había dicho todo lo que él sabía, pero aún faltaba un aparte de la historia que ambos desconocíamos y la única persona que podría completar el pasado era Thomas.

-    Quiero que me digas todo lo que pasó cuando conociste a Hayden Steele- digo volviéndome hacia él.

Los ojos de Thomas estaban perdidos y casi cae desmayado al escuchar ese nombre. No más secretos, no más mentiras. Conocería la verdad aunque me destrozara en mil pedazos porque estaba harta de esta situación, no regrese a California esperando tener una nueva oportunidad de sobrevivir como lo hice en Londres todos estos años.

Esta vez yo quería vivir.

Eres Mía (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora