5. La visita del Ministro

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El Señor Weasley había aparecido de la nada en la verja, acompañado por Rufus Scrimgeour, instantáneamente reconocible por su melena de pelo grisáceo.

Los dos recién llegados caminaron por el patio hacia el jardín y la mesa iluminada por linternas, donde todo el mundo estaba sentado en silencio, observándoles acercarse. 

-Lamento la intrusión -dijo Scrimgeour, mientras cojeaba para detenerse ante la mesa-. Especialmente cuando veo que estoy aguando una fiesta.

Sus ojos se posaron un momento en el pastel con forma de Snitch gigante.

-Muchas felicidades.

-Gracias -dijo Harry.

-Debo tener unas palabras en privado contigo, -siguió Scrimgeour-. También con el Señor Ronald Weasley, la señorita Annette Black y la señorita Hermione Granger.

-¿Nosotros? ¿Por qué nosotros? -preguntó Ron.

-Se lo diré cuando estemos en algún lugar más privado -dijo Scrimgeour-. ¿Hay un lugar semejante? -exigió al Señor Weasley.

-Si, por supuesto, -dijo el Señor Weasley, que parecía nervioso-. El, er, salón, ¿por qué no allí?

-Puede usted mostrarme el camino -le dijo Scrimgeour a Ron-. No habrá necesidad de que nos acompañes, Arthur.

Scrimgeour no habló mientras todos pasaban a través de la revuelta cocina al salón de la Madriguera. Aunque el jardín había estado lleno de la suave luz dorada de la tarde, allí ya estaba oscuro. Harry ondeó su varita hacia las lámparas de aceite mientras entraba y estas iluminaron la desgastada pero acogedora habitación.

Scrimgeour se sentó en el sillón hundido que normalmente ocupaba el Señor Weasley, por lo que los cuatro tuvieron que hacerse un espacio en el sofá.

Una vez lo hubieron hecho, Scrimgeour habló.

-Tengo algunas preguntas para ustedes cuatro, y creo que será mejor si lo hacemos individualmente. Si ustedes tres.. -señaló a Harry, Annie y Hermione-.... esperan arriba, empezaré con Ronald.

-Ninguno se moverá de aquí -espetó Harry. Scrimgeour lanzó a Harry una fría y calculadora mirada.

-Muy bien entonces, juntos -dijo, encogiéndose de hombros. Se aclaró la garganta-. Estoy aquí, como seguramente sabrán, por el testamento de Albus Dumbledore.

Se miraron entre sí.

-¡Una sorpresa, aparentemente! ¿No eran conscientes de que Dumbledore les había dejado algo?

-¿A todos? -dijo Ron-. ¿A Hermione, Annie y a mí también?

-Si, a todos...

Pero Harry interrumpió.

-Dumbledore murió hace un mes. ¿Por qué ha tardado tanto en darnos lo que nos dejó?

-¿No es obvio? -dijo Hermione, antes de que Scrimgeour pudiera responder-. Querían examinar lo que sea que nos dejó. ¡No tenía derecho a hacer eso! -dijo, y su voz tembló ligeramente.

-Tenía todo el derecho, -dijo Scrimgeour despectivamente-. El Decreto para la Confiscación Justificada da al Ministerio poder para confiscar el contenido de un testamento...

-¡Esa ley fue creada para evitar que los magos legaran artefactos Oscuros -dijo Hermione- y se supone que el Ministerio debe tener una prueba poderosa de que las posesiones heredadas son ilegales antes de confiscarlas!

-¿Está planeando seguir una carrera en Leyes Mágicas, Señorita Granger? -añadió Scrimgeour.

-No, en absoluto, -replicó Hermione-. ¡Espero hacer algo bueno para el mundo!

Annie y las Reliquias de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora