16. El Valle de Godric

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Annie se despertó antes que Harry. Sentía sus ojos hinchados y le dolía la cabeza. Se aseguró de no despertarlo mientras se levantaba y se dirigía a la cocina, buscando algo para comer.

Sólo volvió a encontrar los hongos y algunas bayas. Suspiró y trató de hacer de los hongos algo comestible. Se sobresaltó un poco cuando sintió unos brazos rodearla y unos labios posándose en su cuello. Intentó darle un buen sabor al desayuno, pero no podía hacer mucho en esos momentos. Los sirvio en dos platos y Harry la soltó para poder ir a la mesa.

-Siento que no haya algo mejor -susurró con un hilo de voz y sintiendo sus lágrimas acumularse. Harry suspiró y la atrajo hacia él, abrazandola fuertemente.

-Olvida lo que dijo Ron -murmuró Harry sobre su cabello- he probado tus comidas y son geniales, mi amor. Olvida lo que dijo.

Annie sollozó aunque no quería hacerlo. Harry sentía un enorme nudo en la garganta.

Comieron ambos en silencio. Annie más por obligación que por ganas en realidad. Cuando terminaron y Harry se ofreció a lavar los platos, Annie comenzó a recoger todo para poder irse a otro lugar. Empacaron la tienda y quitaron las protecciones que habían creado alrededor. Annie se colgó el bolso suyo y el de Hermione, asegurándose de que todo estuviera dentro.

Cuando estuvieron listos, se desaparecieron reapareciendo sobre una ventosa
ladera cubierta de brezos.

Annie suspiró y alzando su varita, comenzó a hacer los hechizos de protección. Harry la imitó. Intentaron no hablar de Ron en el transcurso de los días.

Por el día, se dedicaban a tratar de determinar los posibles lugares donde pudiera estar la espada de Gryffindor, pero cuanto más hablaban de los sitios en los que Dumbledore pudiera haberla escondido, su especulación se volvía más desesperada y menos atractiva. Por las noches en las que no parecía ser necesario hacer vigilancia, se acurrucaban en una de las camas en silencio. No tenían mucho que decir, después de todo. Harry acariciaba su cabello o su espalda, buscando que ella se tranquilizarla.

El clima se volvió más y más frío. No se atrevían a permanecer en un lugar demasiado tiempo, aunque permanecían en el sur de Inglaterra, que era una dura región. El frío era la peor de sus preocupaciones, así que continuaron errando arriba y debajo de la región, desafiando la falda de una montaña, donde el aguanieve aporreó la tienda; una amplia y plana ciénaga, donde la tienda se inundó con agua fría; y una pequeña isla en medio de un lago, donde la nieve cubrió la tienda hasta la mitad durante la noche.

Habían comenzado a colocar árboles de Navidad con luces parpadeantes en algunas ventanas del salón antes de que llegara la noche, cuando Harry decidió sugerir, de nuevo, lo que le parecía la única ruta sin explorar que les quedaba. Acababan de terminar una inusual merienda: Annie había ido a un supermercado bajo la capa invisible (no sin antes discutir con Harry) y consiguió varias provisiones para varios días, dejando dinero en la tienda, por supuesto.

Había hecho sólo un espaguetti que a Harry le supo como gloria. Él y Annie estaban acurrucados en un sofá, mientras Annie leía el libro de hechizos que Dumbledore le había dejado y Harry le hacía cariños que en ocasiones la hacían sonreír, haciendolo sentir orgulloso.

Le besaba la mejilla, el cuello, la frente, o bien dejaba caricias en su cabello, hombros o estómago. Tenerla entre sus brazos era lo único que lo calmaba.

-Harry..

-¿Mm? -preguntó él acariciando el cuello de Annie con su nariz. Ella se mordió el labio intentando ocultar su sonrisa. Se giró un poco y besó a Harry tomándolo por sorpresa. Él correspondió gustoso y sonrió cuando se separaron.

Annie y las Reliquias de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora