6. El ministerio ha caído

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A las tres de la tarde, todos estaban esperando a que los invitados llegaran. Harry había tomado una larga dosis de Poción Multijugos y ahora era el doble de un chico muggle pelirrojo del pueblo, Ottery St. Catchpole, del que Fred había robado cabellos utilizando un Encantamiento Convocador. El plan era presentar a Harry como el «primo Barny» y confiar en que la gran cantidad de familiares Weasley le ocultasen.

Annie estaba de pie a un lado de los chicos, esperando.

-Cuando me case -dijo Fred, tirando del cuello de su propia túnica-, no me preocuparé por todas estas tonterías. Todos podrán llevar lo que quieran, y le haré a mamá una Inmovilización Total hasta que todo termine.

-Considerándolo todo, no estaba tan mal esta mañana -dijo George-. Lloró un poco al ver que Percy no estaría, ¿pero quién le quiere aquí? Oh, vaya, prepárense... aquí vienen, miren.

Figuras de colores brillantes iban apareciendo, una por una, por todas partes en el extremo más alejado del jardín. En pocos minutos se formó una procesión, que empezó a serpentear por el jardín hacia la carpa.

Flores exóticas y pájaros encantados se agitaban en los sombreros de las brujas, mientras gemas preciosas brillaban en las corbatas de muchos magos; el zumbido del excitado parloteo se volvió cada vez más fuerte, ahogando el sonido de las abejas, mientras la multitud se aproximaba a la tienda.

-Excelente, creo que veo a algunas primas veela -dijo George, estirando el cuello para ver mejor-. Necesitarán ayuda para entender nuestras costumbres inglesas, yo me ocuparé de ellas...

Annie ocultó una risa, y Harry le dirigió una mirada divertida.

-No tan rápido, Su santidad -dijo Fred, y adelantando con rapidez al grupo de brujas de mediana edad que lideraba la procesión, dijo-: Aquí... permettez-moi que assister vous -a un par de guapas francesas, que rieron tontamente y le permitieron que las escoltase al interior.

Annie y Harry se apresuraron a la entrada cuando observaron a más personas.

Con los ojos ligeramente bizcos y cabello blanco por los hombros de textura de algodón dulce, llevaba una capa cuya borla colgaba frente a su nariz y una túnica de un color amarillo yema que hacía llorar los ojos. Un símbolo raro, algo como un ojo triangular, brillaba en una cadena alrededor de su cuello.

-Xenophilius Lovegood -dijo, extendiendo la mano hacia Harry y Annie-, mi hija y yo vivimos justo al otro lado de la colina, los buenos Weasleys han sido tan amables de invitarnos. Pero creo que conocen a mi Luna.

-Sí señor, somos amigas -dijo Annie con una sonrisa- ¿dónde está?

-Se quedó un rato en ese pequeño jardín tan encantador para saludar a los gnomos, ¡una plaga tan gloriosa! Qué pocos magos se dan cuenta de cuánto podemos aprender de los pequeños y sabios gnomos... o para darles su nombre correcto, los Gernumbli gardensi.

Annie asintió y entre Harry y ella lo guiaron. Luna apareció por un lado de la carpa.

-¡Hola, Harry! ¡Hola, Annie!-dijo.

-¡Hola Luna! -saludó la castaña con una sonrisa.

-Eh... mi nombre es Barny -dijo Harry, desconcertado.

-Oh, ¿también te has cambiado eso? -preguntó radiante.

-¿Cómo sabes...?

-Oh, simplemente por tu expresión -dijo y Annie rió.

-Me gusta tu ropa -dijo Annie. Luna llevaba una túnica amarilla brillante, que había complementado con un largo girasol en la cabeza. Annie creía que el amarillo era un color muy alegre.

Annie y las Reliquias de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora