44. Podían ser una familia ahora

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Annie no supo en qué momento se había lanzado contra Harry, sólo podía decir que inemadiatamente fue rodeada por sus brazos.

No le prestó atención a las demás personas. Ni a los gritos, abrazos. Sólo estaba concentrada en Harry, estaba ahí, y no se iría.

El sol se había alzado completamente sobre Hogwarts, y el Gran Salon hervía de vida y luz.

Movieron el cuerpo de Voldemort y lo tendieron en una cámara junto al Vestíbulo, lejos de los demás cuerpos.

McGonagall había vuelto a colocar las mesas de las Casas, pero ya nadie se sentaba de acuerdo con su Casa. Estaban todos apiñados juntos, profesores y pupilos, fantasmas y padres, centauros y elfos domésticos, y Firenze yacía
recuperándose en una esquina, y Grawp espiaba a través de una ventana destrozada, y la gente se tiraba comida a las bocas sonrientes.

Cuando a Annie y Harry los dejaron por fin libres, se sentaron en unos bancos al lado de Luna, agotados como nunca.

-Si yo fuera ustedes, querría algo de paz y tranquilidad.

-Me encantaría -dijeron ambos.

-Yo les distraeré, -dijo ella-. Usen tu capa.

Y antes de que pudieran decir una palabra, ella gritó.

-¡Ooooh, miraen, un Blibbering Hundinger! -Y señaló a la ventana. Todo el que la había oído miró, y Annie y Harry aprovecharon para deslizarse bajo la capa. Así fueron moviéndose por todo el comedor. Sirius estaba junto a los Weasley. Theo y Blaise estaban otro tanto más allá conversando. Draco estaba junto a sus padres, quienes estaban muy juntos mirando con nerviosismo a todos lados.

Annie y Harry por fin divisaron a Ron y Hermione un tanto más allá.

-Somos nosotros -susurró Harry haciendo a ambos sobresaltarse- ¿vienen?

Se pusieron en pie al instante, y juntos, él, Ron, Annie y Hermione abandonaron el Gran Salón. Habían
desaparecido grandes trozos de la escalera de mármol, parte de la balaustrada había volado, y encontraron escombros y manchas de sangre cada pocos escalones
mientras subían.

En algún lugar en la distancia pudieron oir a Peeves zumbando a través de los corredores cantando una canción de victoria de su propia composición:

Lo hicimos, le machacamos, Pottercito es el elegido,
Y Voldy en el barro ha desaparecido, ¡así que ahora a divertirse!

-Realmente te da una sensación de drama y tragedia, ¿verdad? -dijo Ron, empujando una puerta para dejar
pasar a Harry, Annie y Hermione.

Fue ahí cuando Harry comenzó a hablar.

Relató cuidadosamente lo que había visto en el Pensadero y lo que había ocurrido en el bosque, y no habían empezado a expresar del todo su sorpresa y asombro, cuando al fin llegaron al lugar al que se habían estado dirigiendo, aunque ninguno de ellos había mencionado su destino.

Desde que la había visto la última vez, la gárgola que guardaba la entrada del despacho del director había sido volcada. Estaba inclinada, como un pequeño borracho.

-¿Podemos subir? -preguntó a la gargola.

-Paso libre -gimió la estatua. Escalaron sobre ella y subieron a la escalera de espiral que se movía lentamente hacia arriba como una
escalera mecánica. Harry abrió la puerto al llegar a lo alto.

Captó un breve vistazo del Pensadero sobre el escritorio donde él lo había dejado, y entonces oyó un
ruido ensordecedor que le hizo gritar, pensando en maldiciones y mortifagos y en Voldemort renacido.
Pero era un aplauso. En todas las paredes, los directores y directoras de Hogwarts le estaban dedicando una ovación en pie. Ondeaban sus sombreros y en algunos casos alas, se extendian a través de sus marcos para extrechar las manos de los demás, danzaban arriba y abajo en las sillas en las que habían sido pintados. Dilys Derwen sollozaba
desvergonzadamente. Dexter Fortescue estaba ondeando su trompetilla, y Phineas Niggelus gritaba, con su voz alta y aflautada

Annie y las Reliquias de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora