36. ¡¿Que él hizo qué?!

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Annie jadeó cuando sintió su collar vibrar. Tomó el dije y se sorprendió. Jamás había pasado algo así.

-Harry -murmuró.

-¿Que suecede? -preguntaron Hermione y Ron. Annie negó.

-Algo malo está pasando.

-¡Mierda!

Draco se tomaba el antebrazo izquierdo mientras apretaba la mandíbula por el dolor.

-¿Draco?

-Él viene para acá -consiguió decir entre jadeos y gruñidos. Annie sintió un peso en su estómago.

-¡Bien! ¡Todos los mayores de edad! ¡Vamos, vamos! -gritó Neville. Todos tomaron sus varitas y salieron a trote.

Issa tomó la suya y estaba a punto de seguir a los demás, cuando la voz de Annie la detuvo.

-¿A dónde crees que vas?

-A luchar.

-Tú te quedas aquí -sentenció Annie. Issa contrajo el rostro del enojo.

-¡No puedes decirme qué hacer!

-¡Lo hago por tu seguridad! Créeme que Harry estaría de acuerdo.

-¡No pienso quedarme aquí sin hacer nada!

-¡Tienes que quedarte aquí, o te mandaré con los demás estudiantes! Es mi última palabra, Annissa Carter.

Issa la miró con el rostro rojo por el enojo.

-No eres mi madre.

-Te quedarás aquí, fin de la discusión -masculló Annie. Issa la miró con rabia y se giró, lanzando un grito. La castaña se dejó caer en una silla, con el rostro entre sus manos.

-Es lo mejor que se quede aquí, Annie -murmuró una voz.

-Ella me odia.

-No lo hace -la tranquilizó la voz de Draco- sólo está enfadada por el momento. Se le pasará.

Se pasó una mano por el rostro y se obligó a respirar hondo.

-Ahora es hora de irnos.

Aceptó la mano que Draco le ofrecía y se encaminaron hacia la puerta de salida. Se giró y observó como Denniss intentaba consolar a la rubia. Sintió un nudo en su garganta, pero se obligó a seguir adelante.

Al salir, los estudiantes corrían en todas las direcciones. Annie y Draco bajaron rápidamente, hasta el Vestíbulo, donde pudieron ver a Harry, Luna y la Profesora McGonagall.

-¡Harry!

El azabache se giró y Annie corrió a su encuentro.

-No sabemos donde puede estar la diadema -murmuró desesperado- ¿y si no es un horrocrux?

-¿Qué más podría serlo? -inquirió Annie preocupada

-¡No lo sé! -dijo Harry con desesperación y tomándose el cabello.

Todos se giraron cuando escucharon más pasos. El anciano conserje había entrado en su campo de visión cojeando, y gritando

-¡Estudiantes fuera de sus camas! ¡Estudiantes en los pasillos!

-¡Se supone que tienen que estarlo, idiota balbuceante! -gritó McGonagall-. ¡Ahora váyase y haga algo constructivo! ¡Encuentre a Peeves!

-¿P-Peeves? -tartamudeó Filch como si no hubiera oído nunca antes el nombre.

-¡Sí, Peeves, no se haga el tonto, Peeves! ¿No se ha estado quejando de él durante un cuarto de siglo? Vaya y tráigalo, enseguida.

Filch evidentemente pensó que la profesora McGonagall se había vuelto loca, pero marchó cojeando, con los hombros caidos, murmurando por lo bajo.

Annie y las Reliquias de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora