42. La guerra aún no termina

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-Harry Potter está muerto. Le maté mientras huía, intentando salvarse mientras ustedes sacrificaban sus vidas por él. Traemos su cuerpo como prueba de que su héroe ha muerto.

»La batalla está ganada. Han perdido a la mitad de sus combatientes. Mis mortifagos los superan en número, y El Chico que Vivió está acabado. La guerra debe acabar. Cualquiera que continue resistiéndose, hombre, mujer, o niño, será masacrado, al igual que cada miembro de su familia. Salgan del castillo ahora, arrodíllense ante mí, y serán absueltos. Sus padres
e hijos, sus hermanos y hermanas vivirán y serán perdonados, y se unirán a mí en un nuevo mundo que
construiremos juntos.

-¡NO! -gritó Annie desgarradoramente al escuchar aquella voz. Cuando finalmente los mortífagos llegaron a donde estaban ellos, Annie pudo observar a Hagrid, que cargaba a Harry entre sus brazos.

Annie gritó y sintió que se desmayaría. Unos brazos la mantuvieron de pie. No escuchaba los gritos de los demás, las exclamaciones, nada. Sentía la cabeza embotada y le ardían los ojos. El pecho le dolía.

-¡SILENCIO! -gritó Voldemort, y se oyó un golpe y un destello de luz brillante y silencio obligaron a callar a todos-. ¡Se acabó! ¡Déjale, Hagrid, a mis pies, donde debe estar!

Hagrid temblorosamente dejó a Harry sobre la hierba.

-¿Ven? -dijo Voldemort, y Annie le vio pasearse de acá para allá justo junto al lugar donde él yacía-. ¡Potter está muerto! Lo entienden ahora, ¿verdad, ilusos? ¡No era nada, nunca lo fue, más que un niño que confiaba en que los demás se sacrificaran por él!

-¡NO FUE ASÍ! -gritó Annie con rabia y lágrimas. Y el hechizo de silencio se rompió, y los defensores de Hogwarts gritaron y chillaron de nuevo hasta que una segunda y más poderosa explosión extinguió sus voces una vez más.

-Murió mientras intentaba salir a hurtadillas de los terrenos del castillo -dijo Voldemort, y hubo una
inflexión en su voz por la mentira- Muerto mientras intentaba salvarse a sí mismo...

Pero Voldemort se interrumpió. Annie ahogó un grito cuando Neville atacó a Voldemort con un hechizo, pero este lo desvió y envió volando al rubio hacia atrás. Annie aferraba su varita fuertemente, tanto que comenzaba a hacerse daño. Draco y Blaise estaban a ambos lados, reteniéndola.

Voldemort lanzaba la varita de su oponente a un lado y reía.

-¿Y quién es este? -dijo en su suave siseo serpentino-. ¿Quién se ha ofrecido voluntario para demostrar lo que ocurre a los que continuan luchando cuando la batalla está perdida?

Bellatrix soltó una risa deleitada.

-¡Es Neville Longbottom, mi Señor! El chico que ha estado dando a los Carrow tantos problemas! El hijo de
los Aurores, ¿recuerda?

-Ah, si, recuerdo, -dijo Voldemort, bajando la mirada hacia Neville, que estaba luchando por volver a ponerse en pie, desarmado y desprotegido, de pie en la tierra de nadie entre los supervivientes y los mortifagos-. Pero eres un pura sangre, ¿verdad, mi valiente muchacho? -preguntó Voldemort a Nevile, que le enfrentaba con las manos vacías, cerrados los puños.

-¿Y qué si lo soy? -dijo Neville ruidosamente.

-Muestras espíritu y valor, y provienes de un linaje noble. Serás un mortifago de gran valor. Necesitamos gente como tú, Neville Longbottom.

-Me uniré a ti cundo el infierno se congele, -dijo Neville-. ¡Ejército de Dumbledore! -gritó, y hubo vitores en respuesta entre la multitud, a la que los Encantamientos Silenciadores de Voldemort parecían incapaces de contener.

-Muy bien, -dijo Voldemort, y Annie oyó más peligro en la suavidad de su voz que en la más poderosa de las maldiciones-. Si esa es tu decisión, Longbottom, volveremos al plan original. Allá, -dijo tranquilamente- tú.

Annie y las Reliquias de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora