17. La tenebrosa serpiente

8.7K 982 644
                                    

-Harry.. -susurró Annie deteniéndose. Harry la miró confundido- hay alguien mirándonos.

Se quedaron totalmente inmóviles, aferrados el uno al otro, mirando fijamente al negro y denso límite del cementerio. Harry no podía ver nada.

-¿Estás segura?

-He visto algo moverse, podría jurar que lo he visto...

Annie discretamente metió la mano en la túnica y aferró su varita.

-Es un gato -dijo Harry, al cabo de un segundo o dos, -o un pájaro. Si fuese un Mortifago ya estaríamos muertos a estas alturas. Pero salgamos de aquí, y podremos volver a ponernos la Capa.

Miraron hacia atrás varias veces mientras se abrían paso fuera del cementerio.

Se pusieron la Capa de Invisivilidad por encima. El bar estaba más lleno que antes. Dentro, muchas voces cantaban ahora el villancico que habían oído mientras se acercaban a la iglesia. Por un momento Harry consideró sugerir que se refugiaran dentro, pero antes de que pudiera decir nada, Annie murmuró:

-Vamos por aquí -y tiró de él hacia abajo por la oscura calle que conducía fuera del pueblo, en dirección opuesta a la que habían cogido para entrar. Harry podía divisar el punto donde las casas de campo finalizaban y la senda se convertía en campo llano otra vez.

Caminaban tan rápidamente como se atrevían, pasando más ventanas que centelleaban con luces multicolores, viendo los oscuros contornos de árboles de Navidad a través de las cortinas.

Annie levantó la vista y observó lo mismo que Harry. El seto había crecido salvaje en los dieciséis años que habían pasado desde que Hagrid había tomado a Harry de entre los escombros que
yacían dispersos entre la hierba, tan alta que le llegaba a la cintura. La mayor parte de la casa de campo estaba todavía en pie, estaba enteramente cubierta de oscura hiedra y de nieve, pero el lado derecho del piso superior había sido volado.

Ambos avanzaron hasta la verja, a paso lento. Se detuvieron justo frente a ella y Annie soltó un suspiro. Harry tocó la reja. Un letrero había surgido del suelo delante de ellos, alzándose a través de las marañas de ortigas y rastrojos, como unaextravagante flor, creciendo rápidamente, y en letras doradas sobre la madera decía:

En este lugar, en la noche de 31 octubre de 1981
Lily y James Potter perdieron sus vidas. Su hijo, Harry, permanece siendo el único mago que
Alguna vez haya sobrevivido a la Maldición Imperdonable.
Esta casa, invisible para los muggles, se ha dejado En su estado ruinoso como monumento a los Potter y como recordatorio de la violencia
Que destrozó a su familia.

Y alrededor de las palabras pulcramente rotuladas, había garabatos agregados por otras brujas y magos que habían venido a ver el lugar donde El Niño Que Vivió había escapado. Algunos solamente habían firmado con sus nombres con Tinta Eterna; Otros habían grabado sus siglas en la madera, no obstante otros habían dejado mensajes. Los más recientes de ellos brillaban intensamente sobre los grafittis mágicos de hacía dieciseis años, y todos decían cosas parecidas.

Buena suerte, Harry, donde quiera que estés.

¡Si lees esto Harry, que sepas que todos te apoyamos!

Larga vida Harry Potter.

Annie vio a Harry sonreír, haciéndola sonreír también. Éste abrió la boca para decir algo pero se detuvo abruptamente.

Una figura contraecha cojeaba senda arriba hacia ellos, su silueta marcada por las brillantes Se movía lentamente, posiblemente temiendo resbalar en la tierra nevada. Su porte, su corpulencia, su forma de andar arrastrando los pies, todo daba la impresión de una edad extrema. Observaron en silencio como se acercaba. Annie esta vez sí sacó su varita.

Annie y las Reliquias de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora