Capítulo 8: Noche de Alcohol.

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Son las 7 de la mañana del viernes y Mía siente que el mundo completo le da vueltas, sin duda hace mucho que no se ponía tan ebria, ni siquiera recordaba cómo había llegado a la cama y miraba el techo como queriendo encontrar en él alguna explicación.

— Dios... mi cabeza —susurra la castaña buscando en un pequeño botiquín unas píldoras para el dolor que traga con suficiente agua, se levanta perezosamente y sin hacer ruido mientras se dirige al baño para una reconfortante ducha, esa mañana no se encontraba de ánimo así que solo se puso un conjunto deportivo color negro, unas gafas y se dirigió al comedor donde Ali mucho más compuesta que ella y bebiendo su café mientras recreaba en la laptop la saluda.

— Buenos días corazón, ¿Que tal la resaca? — sonríe al ver la cara de destrucción de la ingeniera.

— Aunque no lo creas he tenido peores— contesta la chica sirviéndose el obscuro, pero delicioso líquido caliente mientras un recuerdo vago llega a ella, ambas chicas alegres y sonriendo, subiéndose a la poderosa Lexus negra y luego ambas volviendo en un taxi amarillo pato, el café se le sube al cerebro a Mía haciéndolo arder. — ¡Mierda! — chilla la mujer mientras Ali levanta la vista en su dirección.

— ¿Que te pasó? — inquiere revisando con la vista que se encuentre bien.

— La camioneta... no pude haber perdido la Lexus Ali, dime que anoche volví con ella, por favor...— la voz de la ojiverde realmente suena desesperada.

— Pues no, anoche tu y yo volvimos en taxi, ambas estábamos muy ebrias como para conducir... ¡Cálmate mocosa! — chilla Ali al ver como la castaña se levanta de pronto tomándose la cabeza.

— ¡Carajo Kim va a matarme! ¿Qué voy a hacer? —

— Pues primero que nada ¿Quieres calmarte? Tss y después resulta que yo soy la dramática de las dos— los grandes los color chocolate de Ali parecen calmos haciendo que Mía se fije en ellos — Anoche regresamos en taxi, pero la Lexus quedó en el estacionamiento del bar, solo debes ir a buscarla y pagar la noche que estuvo allí — prosigue la psicóloga aún sin ápice se preocupación en la voz haciendo que el alma le vuelva al cuerpo a la castaña.

— ¡Mierda! Disfrutas de mi sufrimiento ¿No es así Ali? ... ¿No pudiste decirme eso inmediatamente? —

— Pues lo hubiera hecho, pero te pusiste a chillar y no me dejabas hablar ... además, sí, es divertido verte de dramática Mia — contesta riendo la mexicana haciendo que el ceño de la ojiverde se frunza y tomando unas uvas de sobre la mesa se las lance directo al café, consiguiendo que el rostro de su amiga se frustre haciendo un adorable puchero.

— Te hace daño beber tanto café — rie la castaña sin poder aguantar las carcajadas.

— Si, mira quien lo dice— resopla la joven psicóloga cruzándose de brazos.

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Ali ha estado trabajando arduamente durante la semana, la Universidad Nacional de Seúl le ha pedido dar una de sus charlas a cerca de Salud mental y como todo en ella, debe ser perfecta, por lo que pronto se va al trabajo cargando todas sus cosas mientras promete quedar con Mía para acompañarla a comprar algo de ropa y la posibilidad de un nuevo vehículo para así deshacerse de la Lexus.

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Mía ha llegado al trabajo temprano por lo que ordena algunas cosas y decide ir a la construcción a pasar revista de las obras, cuando un mensaje de un número desconocido llega a su teléfono

— Buenos días, espero que te encuentres bien, me preguntaba si podría pasar a tu trabajo a hablar sobre algunas cosas—

Mía releyó el mensaje una y otra vez intentando dilucidar de quién se trataba sin nada de éxito.

Satisfacción [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora