Capítulo 41: Ramyon.

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Apenas eran las siete de la mañana cuando Maya por fin mucho más acostumbrada al trabajo se dirigía a la agencia, con un pequeño bolso negro en combinación a su poco elegante pero muy cómoda vestimenta.

—¿Sueles vestir así? — una voz familiar la sobresaltó.

—¿Qué haces aquí? — la voz de Mía sonó mas despectiva de lo que deseaba.

—Traje café— murmuró el hombre que, aunque mucho más alto que ella parecía, de cierta forma más pequeño e inocente.

—No tenías que molestarte...—

—No es molestia, además no es para ti, es para mí, gracias— ríe el pelinegro aduzando aquellos grandes ojos oscuros. De una forma muy extraña, Jackson parecía ser algo así como un niño pequeño demasiado grande que andaba cada que podía haciendo travesuras.

El olor a cappuccino con extra-vainilla inundó sin querer las fosas nasales de la ingeniera que se derretía por un café y aunque hubiera jurado que meses atrás no hubiera hecho ningún ademán a la tentativa del hombre, no tuvo más remedio que desviarse a una cafetería para poder comprar un café.

—¿No dirás nada durante todo el camino?... por cierto ¿A dónde vamos?— el chico la observaba de reojo como quien habla con un compañero de clases, sin mayor importancia, sin embargo observaba muy bien cada aspecto de la chica, cosa que lo hizo sonreír cunado inesperadamente respingó la nariz ante su pregunta.

—¿Por qué le hablaría a alguien que va en la misma dirección que yo y ni siquiera sabe a donde va? —

—Primero, no dije que me hablaras a mi y segundo...—

—¡Ash! ¿Qué es lo que quiere señor Wang?— la paciencia de Mía se estaba acabando, sabía que aquel chico no tenía la culpa y probablemente en otra circunstancia se hubiera sentido cómoda en su compañía, sin embargo, justo ahora no parecía más que una prueba del destino, poniéndole a un apuesto y exitoso chico justo en frente de ella para luego arrebatárselo sin más.

—Quiero salir contigo— las palabras fueron sencillas y claras.

—No—

—¿Por qué no?—

—Estoy comprometida—

—¿Y eso qué?— cuestiono el hombre en un gesto adorable mientras la hacia detenerse poniendo una de sus manos sobre el hombro de la ingeniera.

Sin darse cuenta los alrgos y delgados dedos del chico se acercaban precipitadamente a su rostro a la vez que sus ojos se hacían cada vez más grandes y su nariz casi podía rosar la suya.

—¿Dónde anduviste? Tenias esto entre el cabello— soltó de pronto el idol retirándose con una hoja de algún árbol tan inoportuno como se había acercado. Dejando a una Mía taquicárdica y sin poder decir una palabra.—¿Maya... estas bien?— la chilena asintió levantando una mano esperando que el chico le diera algo de espacio, sin embargo aquel gesto tuvo el efecto contrario.

Una de las manos de Jackson voló a su frente mientras la otra se aventuraba por su espalda, justo debajo de sus hombros en una pose contenedora.

—¿Te encuentras bien? Pareciera que tuvieras fiebre, tu cara está ardiendo— las palabras parecieron dulces y sinceras, sin embargo la chilena no podía evitarlo más, debía ser clara.

—Escucha Jackson— espetó de pronto, reintegrándose a la vida como quien se levanta después de un golpe— Estoy enamorada de alguien, así que te agradecería que no siguieras con tus jueguitos extraños...—

Satisfacción [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora