Capítulo 22: Cena.

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La ingeniera ha llegado temprano al trabajo, aun maldiciéndose por haber perdido su celular y acompañada de un gran termo con café, pues ya que ha debido recuperar mucha información valiosa no ha dormido bien.

— ¿Qué haces aquí? — la voz de Sam entrando en su oficina la espanta.

— Mira Sam, sé que eres mi jefe, pero ¿Te mataría tocar cada vez que entras? — cuestiona la chica.

— ¿Por qué haría eso? —

— ¿Qué tal si me estoy acomodando la ropa? — y una sonrisa de medio lado se posa en los finos labios del estadounidense — Ash, olvídalo, ¿Qué haces aquí? —

—Tú dímelo, te dije que podías tomarte el día libre hoy, ¿Que no lees mis mensajes? — y los labios de Mía forman una línea.

— Sobre eso, la verdad es que perdí mi celular, tengo otro y he estado llamando a la compañía, pero no podré recuperar el numero hasta dentro de un par de días, así que por ahora tengo otro número mientras intento recuperar la demás información — asume la chica, la cara de Sam es un poema, tal y cual los colores le hubieran huido de la cara, mientras sus ojos azules se hacen pequeños.

— Dime por favor que nuestra información...—

— No te preocupes, esa está asegurada, tengo la memoria externa con todo eso, más mis plataformas, además acabo de pasarla al teléfono en caso de emergencia— el hombre frente a ella suspira aliviado.

— Bien, entonces anota mi número y mándame un menaje para agendarte, pasaré por ti a las 7 iré con un traje sencillo, gris oscuro, pero quiero que combinemos así que ¿De qué color es tu vestido?, así puedo jugar con las corbatas y pañuelos — los ojos de Mía parecen agrandarse mientras las mejillas le arden.

— De hecho, aun no tengo el vestido, iré a ver alguno ahora— el ceño de Sam se frunce con desagrado.

— Dios Mía ¿Siempre eres así? —

— Si— confirma la chica encogiéndose de hombros.

— Okey, mira, haremos esto, tú ahora te irás y no quiero que regreses, ¿Entendido? Pasaré por ti a las 7 por favor, busca un vestido que resalte tus atributos, después de todo debes aprovechar el cuerpo que tienes— dice coqueto Sam mientras le guiña un ojo— Y no olvidemos que Axel Allard también irá, así que más vale que te veas sexy... Cuando tengas el color del vestido envíame un texto y yo me preocupare de lo demás— la chica asiente algo avergonzada, aún no ha procesado el hecho de que su exnovio trabaja para la competencia. — Bien... ¡Vete! — insiste el hombre de ojos azules y rasgos masculinos frente a ella sonriendo alegremente, anonadado ante la infantilidad e inocencia que aquella mujer podía tener a veces.

— Gracias — sonríe Mía tomando sus cosas para irse de la construcción.

Su relación con Sam había evolucionado bastante en poco tiempo, si bien el hombre siempre se mostró amable y gentil con ella, le causaba cierta desconfianza la familiaridad con que se involucraba con ella y el poco respeto al espacio personal que tenía. Sin embargo, no tardó mucho tiempo en darse cuenta de que aquel hombre de ojos claros se comportaba sí con todos y sobre todo con todas, era un conocido don juan y aunque nunca, según lo que se decía, se había propasado con nadie, estaba acostumbrado a ciertas "caricias" entre sus funcionarias, si es que estas no le ponían freno.

Aun así, la chilena se permitió recordar una noche en que habían salido todos por unos tragos celebrando la contratación de Mía, pues era raro tener al mando una mujer. Bastaron unos tragos de soju para que Mía se pusiera un poco ebria, en realidad su tolerancia al alcohol no era del todo buena y debido a que no había comido casi nada el alcohol comenzó a moverle el piso.

Satisfacción [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora