Capítulo 24: Salvación/Perdición.

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Ali se encuentra llena de trabajo en su consulta, le parece devastadora la cifra de suicidios e intentos de los mismos que ha habido en los últimos meses solo en Seúl, por lo que decide prepararse, junto a algunos de sus colegas, para dar una charla a cerca de salud mental orientada a jóvenes, con ciclos rotativos dentro de toda la ciudad, quizás le sería algo difícil encontrar los lugares donde hacerlas pero seguro se las arreglaría luego, después de todo, ella era Alisson Urbini y no había nada que pudiera detenerla.

De pronto un correo urgente de uno de sus pacientes más antiguos.

— "Señorita Alisson, ya no puedo más, no quiero seguir así, porque todo en mi vida se ha vuelto de pronto negro...

¿Es que no hay salida de todo lo que me persigue?...

Aquel agujero obscuro de temor y desolación ha vuelto de nuevo y me está consumiendo, por favor sálveme, ya no quiero morir"—

Iván, un chico de apenas 22 años con serios problemas de depresión era uno de sus casos más difíciles y los que sin querer a los que más se había apegado, saliendo de su oficina a toda prisa le pide a su secretaria cancelar todas sus horas de la tarde mientras envía un texto a Mía.— "Urgencia, nos vemos en casa a la noche, lo siento"— escribe la chica para tomar su auto y dirigirse a la casa de Iván.

Hace un recorrido de aproximadamente veinte minutos desde su consulta a las afueras de Seúl, la última vez que había estado en aquella casa había sido para charlar con los padres de Iván y comentarles cuanto había progresado, que se viniera abajo en este último tiempo era desesperante para todos, sobre todo por las circunstancias en que todo había ocurrido.

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Iván había cumplido su primer año sobrio, a penas y si se le notaban las ojeras bajo sus ojos y había conseguido dejar la mayoría de la medicación cuando su madre enfermó de cáncer terminal, uno silente que había estado propagándose por todo su cuerpo sin dar aviso, no pasaron más de dos semanas desde su diagnóstico a su fallecimiento, dejando a un padre y esposo desolado y a un hijo con el corazón partido.

Fue en ese momento que Ali sintió compasión por ambos, la mujer, aunque ya mayor representaba el sustento emocional de la familia, ahora sin ella, todo parecía cuesta arriba.

Los primeros síntomas de crisis no los presentó Iván, sino su padre, que comenzó a faltar a su hogar tanto como a su trabajo, sus afecciones hacia su hijo se volvieron mínimas y comenzó a beber de manera ascendente, primero solo eran una botella por semana, pronto fueron varias botellas por día. Muchas veces el chico lo encontró inconsciente en su hogar, teniendo que incluso llamar a urgencias. Por su parte Iván intentaba salir adelante como le fuera posible, su sueño se había roto hace años, cuando apenas era un aprendiz.

Como muchos otros jóvenes Iván en su adolescencia había soñado con una vida como idol, hijo de un veterinario ecuatoriano y una profesora coreana, que por bucles del destino se habían visto perdidos ante las deudas, la fama que aquello traía y la posibilidad de sacar a su familia de aquella en que vivían, hacían la idea aún más tentadora.

Poco a poco su sueño se fue haciendo tangible, el chico de apenas 14 años demostraba muy buenas aptitudes tanto para el canto como para el baile, pero sobre todo para la actuación, cada vez que había pasado por alguna prueba dejaba completamente anonadados a todos sus tutores, la agresividad con que conseguía apoderarse del personaje deslumbraba incluso a actores que llevaban años intentando lograr lo que el con naturalidad hacía, por lo mismo no tardó demasiado tiempo en ser captado por una gran agencia.

Satisfacción [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora