Capítulo 32: Lo que pasa en París, se queda en París. [Pt. 1]

172 33 9
                                    



—¿Qué quieres decir con que tus padres no lo saben? — los ojos de la ingeniera parecían sacar chispas y el arquitecto estaba bastante seguro de que quería matarlo.

— Pues, nunca fui lo suficientemente valiente para decirles—

—¡Axel! — chilla la mujer con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

—¡Terminamos hace años! Dios, ni siquiera recuerdo hace cuantos, y tú, ¿No le dijiste a tus padres que habíamos terminado? Carajo, ¿Qué se supone que haremos ahora? — la mujer aferraba su pequeña maleta como si quisiera tomar el primer vuelo de regreso a Corea.

— Mía, solo será una semana— la perfilada ceja de la ingeniera se elevó. — ¿Había pensado en que quizás podrías fingir? —

—¿Fingir? Por favor dime que no dijiste eso — sin embargo, la expresión del hombre frente a ella rayaba en lo sereno.

— Vamos Mía, has un esfuerzo, sabes que si les hubiera dicho a mis padres que rompimos a ellos se les hubiera partido el corazón—

—No te atrevas a hacerme eso— murmuró la mujer frente a él mientras fijaba aquellos grandes ojos en él y es que sabía que le había tocado una fibra sensible.

...........................FLASH BACK.................................................

Mía llevaba a penas el primer semestre en la universidad cuando conoció al guapo chico amigo del nuevo novio de Ali.

En un principio le había parecido extraño, e incluso se le hacía incomodo estar demasiado tiempo junto a él, la confianza con que la trataba o sorprenderlo mirándola fijamente la descolocaban y solo hacía que la tranquilidad de la chilena despareciera por completo.

Sin embargo, la afinidad entre ambos poco a poco fue aumentan, gracias también a que Alisson y Chris solían dejarlos solo para irse de novios, lo que hizo que prácticamente por la fuerza ambos chicos comenzaran a hacerse amigos cercanos. En realidad, ninguno supo muy bien cómo pasó, pero para finales de año, Mía y Axel ya eran una pareja de novios de carne y hueso.

El primer verano que pasaron juntos Mía conoció a los padres de Axel, a quien cuidaban y consentían como el hijo único que era. En cuanto los señores Allard la vieron, podía decirse que sintieron que aquella muchacha de piel pálida era algo así como la hija que siempre habían querido, pero nunca habían logrado concebir. Por lo mismo, la ojiverde no tardo en hacer buenas relaciones, sobre todo con el padre, Pierre Allard, de cincuenta y tantos, quien resultaba ser un destacado diplomático, por lo que siempre se encontraba en su escritorio, rodeado de papeles, en silencio, mientras apreciaba un buen libro, un hermoso cuadro o simplemente estaba con las narices enterradas en su trabajo.

Por otro lado estaba la señora Alexia de Allard, una mujer que rayaba en sus cuarenta, de sonrisa amplia y fácil, unos grandes ojos grises con trazos azules, una estampa que cualquier supermodelo hubiese querido tener, estar junto a ella era tan agradable a la vista como a la compañía pues tenía el don de saber exactamente como hacer sentir cómodos a los demás y aunque muchas veces pasaba solo por la esposa del Señor Allard, Mía, ella y quienes la conocían bien sabían que Alexia todo lo que tenía de hermosa, lo tenía de astuta y sagaz, incluso muchas veces había sido ella quien ayudara a su esposo a resolver algunos problemas, con total gracia y diplomacia.

Sin duda eran una pareja perfecta, se habían conocido de jóvenes y casi por arte de magia habían conseguido vivir enamorados y felices todos aquellos años. Eran el cliché perfecto.

Por otro lado, estaban los padres de Mía, aquella pareja se había conocido casi por un truco del destino cuando en uno de sus viajes de negocios sus maletas se habían intercambiado y desde ese día nunca más pudieron alejarse uno del otro, casi como si la gravedad los atrajera mutuamente.

Satisfacción [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora