Capítulo 23: Ilusión.

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—Dios, mi cabeza— la ingeniera se lamenta el haber bebido demasiado vino y champaña la noche anterior, siente el corazón retumbándole en la cabeza mientras la opaca luz del sol comienza a brillar por entre las cortinas.

Con dificultad se levanta para darse una larga ducha y prepararse para el trabajo. Mientras saca una rebanada de pan para comer ve una nota en el refrigerador.

— "Cariño, me fui temprano al trabajo hoy, nos vemos más tarde. Atte. Ali"—

—Bien, supongo que dejó mucho trabajo ayer— asume la castaña tomando sus llaves y unas gafas de sol para irse a trabajar.

La mañana la pasa entre cafés cargados, mucha agua y un par de analgésicos para el dolor de cabeza, aunque la sensación de frio interno que la acompaña no la abandona y teme que este enfermando como cada vez que sufre de estrés, de pronto varios mensajes llegan a su celular.


*Mía ¿sabes dónde está mi auto? *
*O ¿cómo llegué a casa? *
*¿Cómo nos fue con YJP?corp anoche? *

La chica no puede evitar sonreír ante la tontería de su jefe.


~Tu auto sigue en el restaurante, llegaste en taxi, por cierto, de nada. Y yo diría que nos fue bastante bien, seremos socios~


Concluye la chica, pero apenas envía el texto una llamada la espanta.

— ¿Alo? —

— ¿Mía? — la voz aun traposa del estadounidense lo delata.

— Uhh, ¿Cómo va esa resaca? — cuestiona la mujer.

— Pues... he tenido mejores, pero quería agradecerte —la mujer frunce el gesto en incredulidad.

— ¿Agradecerme? Solo era un chiste Sam, no te preocupes, cualquiera hubiera hecho lo mismo por ti — sonríe la ojiverde.

—- Si, no es por eso, es por conseguir el trato, estuviste genial anoche—

— ¿Si quiera lo recuerdas? — bromea la mujer.

— La verdad... no mucho, pero lo que recuerdo es brillante, además no cualquiera convence al señor Yoo, así que supongo que estuviste más que magnifica—

—Pues no te lo voy a negar, soy única—se carcajea la chilena haciendo que la cabeza le duela—Auch...—murmura para sí misma.

— Me gustaría invitarte a almorzar, en forma de agradecimiento, si es que no te molesta, además conozco un lugar espectacular para curar la resaca — y solo al escuchar hablar de comida el estómago de la chilena se manifiesta.

— Me parece una buena idea—

— Bien, entonces ¿Te parece que te pase a buscar en una hora? Tengo que ir a buscar mi auto primero— Si, relájate, apenas son las dos...¡Son las dos! —se impresiona la ingeniera al revisar su reloj mientras escucha la risa gruesa de Sam desde el otro lado.

— Bien, nos vemos en una hora—

— Okey— contesta la chica para luego colgar.



—Wow, ¿Estas bien? ¿Quién eres tú y que hiciste con la hermosa chica que me acompañó anoche? — murmura Sam mientras Mía se sube al auto.

— Si, pues lo mismo podría decirte yo, porque anoche salí con un caballero, no con este espantapájaros— ríe la chilena.

— Ja, ja, muy graciosa, al menos yo no ando en pijama—

—¡Hey! No es pijama, es un muy cómodo conjunto deportivo— corrige la ingeniera abrochándose el cinturón para partir.

—¿Segura que estas bien? — repite Sam por décima vez viendo el rostro rubicundo de la chica mientras insiste en cerrarse el polerón.

Satisfacción [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora