Capítulo 34: Lo que pasa en París, se queda en París.[Pt.3]

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Los días habían transcurrido rápido desde su encuentro con Hoseok y a pesar de que Mía realmente sentía que lo quería, había preferido mantenerse al margen de él, respondiendo sus mensajes entre espacios y excusándose de las llamadas diciéndole que tenía demasiado trabajo que revisar antes de volver.

Por otro lado, Axel se deshacía en gestos hacia la castaña, llevándola a conocer los más hermosos lugares de Paris cada vez que podía, apoyándola cuando era necesario, sobre todo con el idioma el cual la ingeniera amaba, pero no entendía la mayoría de las veces.

Pierre seguía ayudándola a expandir más sus conocimientos cada vez que podía, y le insinuaba que aquel siempre sería su hogar. Además de que habían vuelto a los campos a ver a étincelle, cosa que la chilena disfrutaba un montón.

Los chicos habían dado su último concierto en la ciudad el día anterior, había sido un éxito devastador, a tal punto que se rumoreaba un nuevo evento programado sobre las fechas al final del tour, cosa que nunca había ocurrido, pero todo ARMY guardaba sus esperanzas en ello. Mía se encontraba muy feliz por los chicos, hablaba con Jimin todos los días y él le trasmitía lo feliz que se sentía en el escenario, lo cercano a ARMY que podía estar y que cada aplauso le llegaba al corazón como un abrazo.

En ocasiones los demás chicos se unían a la conversación, sobre todo Jungkook y Tae que, aunque seguía guardando su distancia hacia ella, no podía evitar lo bien que resultaba llevarse con Jimin.

Sin embargo, Mía en el fondo de su corazón sentía que una de sus peores pesadillas se cumplía, recordando las bromas que siempre decían con Ali— "Si alguna vez consigo conocer a los chicos, la verdad es que me daría miedo caerle mal a Taehyung"— y después de todo, sentía que se encontraba en esa situación.

Habían terminado de cenar y Alexia se encontraba más callada de lo normal, por lo que Mía había procurado ayudarle en todo lo que más pudiera, pensando en que quizás pudiera estar algo enferma. Por eso cuando les ofreció café, la ojiverde no dudó en levantarse y seguirla a la cocina.

Una vez allí fue inevitable la pregunta — ¿Alexia, estas bien? — Mía se esperaba cualquier respuesta menos esa.

Una risa casi estruendosa salió de los pulcros labios de la francesa— Querida Mía— los brazos albos de Alexia se extendían hacia ella para alcanzarla en un abrazo que pareció más necesitado que nada— Soy yo quien debería preguntarte eso— aseguró la mujer llevando sus manos a las mejillas de la chica mientras la ingeniera veía como los ojos grises azulados de la mujer se aguaban.

Y en ese momento, justo en ese instante la castaña sintió como si ella misma hubiera caminado hacia una trampa, de la que no podría salir más que diciendo la verdad.

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Mía había salido del apartamento temprano, llevando una pequeña maleta en su mano, la había visto desde la escalera que quedaba diagonal a la puerta del departamento, cubierto por las tenues luces del pequeño corredor. Sabía exactamente los movimientos de la castaña.

El acceso que había dejado abierto en su nuevo teléfono le servía de guía, además de haber podido ingresar a su WhatsApp sin ningún problema, recibiendo cada mensaje que entraba y salía a la nueva cuenta de la ingeniera. Su correo electrónico, sus horarios agendados en el calendario e incluso las llamadas, todo pasaba por él, esperando el momento justo, para poder actuar.

Así fue como se enteró que el viaje de Mía salía a las 7 am y que con su compulsión por la puntualidad estaría dos horas antes para el embarque.

Satisfacción [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora