Capítulo 29. Época de celo: Crocodile

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Día 1.

Bibianne está un poco nerviosa porque no sabe que le pasaba a Crocodile. El hombre mandó a uno de sus hombres para que la recogiera en su limusina y llevarla a su gran mansión. La peli-turquesa no deja de tocar una de sus mechones para entretenerse un poco. No hay ni una tele en ese gran coche de lujo y se está aburriendo mucho. Si fuera Yumel, ya estaría con su intento Switch jugando a Pokémon o Mario Kart. No deja de acariciar sus orejas un tanto puntiagudas porque cada vez le están doliendo aún más y es incómodo. En cualquier momento la joven se quedará dormida ante el largo viaje que le espera, pero eso acaba cuando ve la gran mansión a lo lejos.

Deseas que el moreno esté bien y que no haya cogido algún tipo de gripe. ¡Qué demonios! Los vampiros no cogen enfermedades, ¿o sí? Esa pregunta debería hacérsela a Golzy o al mismísimo Crocodile. Daz Bones le abre la puerta del coche para que salga y caminara en dirección a los portones que ya estaban abiertas. Ella nota tensión en el ambiente y como unos gruñidos a tu persona. No sabe si es una buena idea estar cerca de ellos porque no quitan la mirada en ella. Solo espera a que el moreno la reciba con los brazos abiertos porque se está asustando mucho. La guían hasta la habitación su señor y la dejan sola porque temen ser hombres o mujeres muertos.

Bibianne no entendía nada, pero es mejor ignorar y centrarse en lo que hay detrás de ese cuarto. Toca suavemente a la puerta esperando alguna respuesta del vampiro y recibe a cambio un gruñido casi ronco. ¿Es una forma de decirle que pase? La joven abre lentamente asomando un poco el rostro y ver al hombre acostado en la cama. Su respiración es agitada y no para de moverse, como si estuviera incómodo. Ella pasa sin miedo cerrando con suavidad, pero eso hizo que la criatura de la noche abra por completo sus ojos y viera a su presa. Una humana, su duobus, dispuesta a resolver el gran problema que tiene entre sus pantalones.

—¿Está bien, Crocodile-san? —pregunta, acercándose a la cama.

—Lo estoy… y más teniéndote aquí. —Por un momento, los ojos oscuros del moreno cambiaron a un tono dorado y casi mostrando sus colmillos.

—Dudo mucho que lo estés. —Bibianne mantiene la distancia todo lo posible.

—Hueles jodidamente bien —confiesa—. Mi pequeña duobus vino para saciar este deseo carnal.

Esas palabras provocaron que el cuerpo de la joven se estremeciera y que sus mejillas se tornaron de color rosa, que es casi visible con su tono de piel. Crocodile esboza una gran sonrisa al ver que la chica no tiene ni idea de lo que iba a suceder. Y antes de que huyera, utiliza su velocidad para atraparla y aprisionarla entre sus brazos impidiéndola escapar.

—¿Crocodile-san?

—No sabes las ganas que tengo en morder tu piel, marcarla como mía —habla, mientras aproxima su rostro—. Follarte en todas las posiciones posibles y que gimas mi nombre una y otra vez.

—¿Por qué dices esas cosas? —tartamudea, ya quedándose sin voz.

—Porque estoy en mi época de celo y la única manera de calmar estas ansias durante una semana, es tenerte aquí conmigo.

A ella no le da tiempo de decir algo porque el vampiro la besa con furor. ¿Hace cuánto que no la besaba de esa manera? Más de una semana a lo mejor porque no ha estado pendiente de la chica por reuniones que ha tenido en estas últimas semanas. Su lengua explora con rabia su boca queriendo recordar cada detalle de ella, junto con su mano derecha que va recorriendo el contorno de su cuerpo. En cambio, Bibianne tiembla de su sitio que tuvo que agarrarse con firmeza a la camisa de ese vampiro. Él realiza un ronroneo que pone los pelos de punta a cualquiera. Cada vez se pone más roja al notar un gran bulto tocar su vientre. ¿Hace cuánto que estaba así?

Seducción vampírica (One Piece x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora