Capítulo 5. La fiesta III

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Yumel se encuentra sentada junto con Paulie, relajada viendo a la gente bailar sin descanso. Hace tiempo que no ve a sus amigas, deben estar pasándolo bien al igual que ella. En cambio, el rubio se queda mirando embobado en la chica. Ella es la única que no se pone ropas un tanto coquetas para llamar la atención de cualquier hombre o mortal. Aunque llegará un momento en que lo hará y a Paulie le dará un ataque en el corazón. No morirá en el acto, pero si una grata sorpresa. Esos cabellos rubios platino de la joven son únicos al igual que sus ojos negros azabache. ¿Por qué de todas las mujeres que hay en el mundo aparece ella? Paulie era un vampiro solitario que no necesitaba la ayuda de nadie y no se mezclaba con ninguno de su especie, ya que le arrebataron su humanidad. Se escondía detrás de las tragaperras o alguna que otra apuesta para recordar que todavía es un humano. Y cuando apareció Yumel, todo cambió.

Una joven que se preocupa por un simple vampiro, algo que ella aún no sabe. Con la máscara puede ocultar que la está mirando, admirando su belleza natural. En el fondo de su ser, desea morderla, pero sabe contenerse, aún conserva algo de humanidad. Notando que las ansias crecen, saca de su bolsillo un puro para luego encenderlo y llevarlo a la boca. Ya está más relajado y no pensará en cosas impuras delante de ella. Una friki que le gusta el mundo de los Star Wars y videojuegos, ¿quién diría que se fijaría en ella? Le dan ganas de acariciar sus cabellos, notar como las ondulaciones se quedan en sus dedos. Hermosa para los ojos de cualquier vampiro. Yumel se da cuenta que Paulie no para de mirarla a lo que gira la cabeza y le dedica una tierna sonrisa.

—¿Qué estás mirando, ludópata?

«En lo hermosa que te ves»—. En lo fea que te ves con esa máscara, friki.

—¡Ten respeto a mi máscara! ¡Es una colección grandiosa de los Star Wars! —grita furiosa con una vena en su sien, no visible ante los ojos de Paulie.

Cómo le gusta molestarla cuando tiene la oportunidad hasta carcajea al verla lo mona que se ha puesto. Yumel solo infla los mofletes notando como sus mejilla se ponen coloradas, le daban ganas de golpear a ese estúpido. Paulie aprovecha para golpear la espalda de la joven, una forma de reconfortarla y que no se enfade con él. Sin embargo, lo que no esperó es que Yumel pellizque su dedo a lo que se queja. Ahora quién ríe es ella. Paulie chasquea la lengua y está a punto de atacarla con cosquillas, ya que es la debilidad de la joven; no obstante, no pudo ser así, porque cierta amiga aparece cogiendo la mano de Yumel.

—Bibianne, ¿qué ocurre? —pregunta viendo que la chica está preocupado.

—¿Podemos irnos ya? —cuestiona con la cabeza agachada—. No estoy cómoda.

—Claro. —No le iba a decir que no. Mira a Paulie que éste se levanta entendiendo la situación—. Tengo que irme.

—Bueno, ya nos veremos en otra ocasión.

—Te llamaré cuando llegue a casa. Ah, y no te desaparezcas.

—Descuida. —Le dedica una pequeña sonrisa mientras ve a Yumel marcharse con su amiga a buscar a las demás.

«Ojalá pudieras quedarte un poco más».

Menku observa el entorno desde su sitio, quedando maravillada algunos trajes que son maravillosos. Las mujeres parecen cuidar bien su imagen, y ella es todo lo contrario a cualquiera. Su acompañante no dice nada al respecto, solo contempla a la pelirroja centrada en las vistas. Sus ojos grises violeta van de maravilla con los suyos propios. Tan única y tan especial. Cabello rojo como la misma sangre entendiendo que es una mujer dura de roer. Le dan ganas de acariciarlo y sentir el calor que emana entre sus dedos. Es el mismo sol que abrasaría a cualquier vampiro, y menos mal que él es casi inmune debido al anillo que lleva. Todos los vampiros de más de 200 años llevan uno para estar entre los mortales y que no averigüen lo que son realmente.

Seducción vampírica (One Piece x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora