Seducción vampírica (One Piece x OC)

Capítulo 18. Cola y orejas

Una semana ha pasado y Cracker y Amélie están mejor que nunca. Ya estaban fuera de peligro y eso era una gran noticia para las chicas, y para Katakuri. Eso sí, los hermanos Charlotte tuvieron una gran charla con su madre porque les preguntaba donde se habían metido. Ellos mintieron diciendo que estaban buscando presas nuevas que les llamaron la atención, pero se escaparon. Y menos mal que ella no dijo nada más, solo rio junto con sus demás hijos. Sí ella descubriese la verdad, los mandaría a que asesinaran a sus duobus y eso ellos no lo podían permitir. Y la vida siguió tanto para los vampiros como para nuestras protagonistas. Ya no había secretos que contar entre todos ellos.

Ellas seguían con su vida diaria de ir a la universidad y fingir que no había pasado nada. El día apaga a los vampiros, pero por las noches se vuelven apasionados como nunca. Tais aún tiene la costumbre de visitar a Spandam a escondidas en el sótano de su despacho, y a veces era muy arriesgado para ambos. Y no lo digo porque uno es inmortal y la otra no, porque él es el conserje y ella una estudiante. Entonces ambos tendrían problemas. Un día por la mañana, la joven de cabellos miel se levanta como habitualmente hace a las 07:00 a.m. para hacer sus necesidades y que ninguna de sus amigas la estorben. Sin las gafas no veía nada, solo todo borroso y con miedo a tropezarse por las escaleras. Menos mal que tiene memoria fotográfica y sabe dónde está el baño para lavarse y colocarse las gafas un momento para prepararse y darse un buen baño.

Nunca creyó que su vida girara unos trescientos sesenta grados. Vampiros que aún existen en esta vida. Y por lo que dijo Crocodile esa vez, existen otras criaturas aparte de ellos, pero que no han dado señales de vida debido a la población tanto humana y vampírica. ¿Quién diría que este mundo está lleno de magia? Corre la mampara del baño comenzando lavar su pelo y su cuerpo. Ella es muy pulcra en todos los sentidos; sobre todo, cuando le dijeron que si no se lavaba los dientes dos veces al día, los dientes se le pueden caer. Ya le bastaba con ser “fea” que tener dientes postizos. Siente un picor extraño en su cuello que no duda en rascárselo. Hace unos días que lo ha notado, pero no le dio mucha importancia. Seguramente que era un mosquito que rondaba por su cuarto para molestarla.

De pronto, pierde el equilibrio y cae en la bañera de forma cómica. Es raro porque ella suele tener cuidado, ya que se ha tropezado un par de veces al pisar más. No obstante, algo raro nota en su cuerpo. Algo extraño veía y no lo diferencia. Menos mal que tiene las gafas cerca para ver que está ocurriendo. Y sus ojos se agrandaron tanto que se quedó perpleja al ver algo que nunca creía ver. Da un grito desgarrador que todas las demás se despertaron de golpe. La “mamá del grupo”, Len, sale de su cuarto casi tropezando y corre con todas sus fuerzas hacia el baño donde suele ir Tais porque es amplia, no como la otra. Entra y descorre la mampara encontrándose una situación nunca antes visto. Las demás llegaron e impresionadas también. Ninguna ha dicho nada, menos Amélie que dijo:

—¿Tais es una sirena?

La joven de ojos miel está acostada en la bañera con una cola de pez de color dorado que brilla cómo escamas. Y hablando de ello, sus brazos y la zona de detrás de su cuello también está llena. Y sus orejas cambiaron a unas simples aletas. Están presenciando a una sirena de verdad.

—¿Estás bien? —Len sale de su trance ya muy preocupada.

—No sé… como…

—Será mejor sacarla de ahí antes de que se resfríe —propone Golzy con una toalla en mano.

Yumel y Len se encargan de coger por los hombros a la chica mientras que Menku sostiene la cola. Tienen que tener mucho cuidado porque la chica está conmocionada. Golzy la rodea con la toalla y la sacan del baño para llevarla a su cuarto para que esté cómoda. Rose tuvo que ir antes para colocar unos cojines en el suelo hasta un puff coloca. Llegan y la colocan ahí con la esperanza de que Tais salga de su impresión. Len camina de un lado para otro con las manos en la cabeza no creyendo lo que está viendo.