Capítulo 23. Época de celo: Cracker

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Día 1.

Amélie se encuentra en su cuarto con Mr. Pickles quien juega y ronronea con ella. Menos mal que está el gato con ella en situaciones difíciles que sus amigas no pueden remediar. A la chica le maravilla oír los sonidos relajantes de su mascota. Es escuchar a Mozart o a Beethoven que se reproduce en su cabeza. El siamés se deja acariciar por su dueña porque siente aprecio y ha estado con ella en toda su vida. Ambos tienen una buena comunicación, debido a que Amélie es una ninfa del bosque que escucha a la flora y a la fauna. Ella ríe bajito al oír de su cabeza una cosa graciosa que le dijo Mr. Pickles. De repente, el gato mueve las orejas al escuchar un ruido aproximarse, pero su pelo no se engrifó porque reconoció ese olor tan característico.

Cracker hace acto de presencia con un rostro bastante preocupante. El olor de Amélie es tan gratificante para su olfato. Menos mal que se fue de su hogar porque se volvería loco. Sus ojos se posan en Mr. Pickles que se encuentra debajo suyo, restregando su pequeño cuerpo entre las piernas del vampiro. A él le dio un escalofrío tremendo. No le gusta la zoofilia, pero ese gato no ayudaba para nada. Sacar al minino de ahí y estar con la chica para desquitarse toda esa fogosidad que tenía acumulada en su cuerpo.

—Cracker. —Esa voz tan dulce e infantil, llama su atención. Esa pose en la cama le tienta a acercarse y a morderla para marcarla suya—. ¿Qué haces tú aquí?

—Quería verte —confiesa, mientras se aproxima a ella. «Cálmate, Cracker», debe controlar sus impulsos para no asustarla.

La joven de ojos chocolates ladea la cabeza con mucha curiosidad, queriendo averiguar qué le ocurría. Su aura transmite una emoción y una inquietud en el vampiro. Cuerpo tensó y respiración agitada, que su corazón bombeaba a mil por hora cada vez que se aproximaba a ella. Escucha el maullido de Mr. Pickles, alertándola de lo que está ocurriendo. Parpadea unas cuantas veces, recapacitando esa información en su cabeza hasta que mira a Cracker, no a la cara.

—¿Cracker está en época de celo?

El vampiro resbala con el juguete preferido del gato, sin darse cuenta, y cae al suelo. Fue una reacción espontánea ante la pregunta que realizó Amélie. Se maldijo así mismo porque seguro que la naturaleza le habrá dicho algo, en este caso, el minino de las narices. Apoya las manos en el colchón para levantarse, mientras se queja del dolor de su rostro. ¿Responder con la verdad o intentar ocultarlo? «¡Es una ninfa, por el amor de Dios!», se grita así mismo.

—No te lo voy a negar. Estoy en época de celo. —La distancia se corta poco a poco porque él gatea en la cama.

El cuerpo de Amélie se tensa y, como instinto, se va alejando poco a poco—. ¿Y no hay una vampira que pueda ayudarte? —Cracker no se esperó esa respuesta que su cuerpo cae dramáticamente, algo herido por dentro.

—No quiero a una vampira —dice. Le parecía tan linda y sumisa—. Te quiero a ti, eres mi duobus. —Ni siquiera la ha tocado por respeto, pero sus brazos están extendidos a los lados del cuerpo de la joven, que movía los ojos de un lado para otro, nerviosa ante ese depredador sexual—. Sé que no te agrada la idea de que te toque, pero tu olor es demasiado tentador. Dan ganas de hacerte de todo.

—Amélie siente miedo —declara.

—Sí, lo huelo en ti. —Sus fosas nasales se amplían, queriendo recordar ese olor tan exquisito—. Pero no puedo evitarlo. De verdad, quiero hacerte el amor y mostrarte lo mucho que te amo. Te prometo que seré gentil, yo jamás te haría daño y tú lo sabes muy bien. No me lo perdonaría.

Ella está en duda. Nunca ha tenido relaciones sexuales porque teme en que el hombre huyera, por sus reacciones agresivas y que luego no le gustase. No obstante, estamos hablando de Cracker, un vampiro que siente un vínculo afectuoso por ella. Lo nota en su aura. Es un animal en forma humana que sólo quiere librar una batalla interna. Entonces recuerda el color rosa, como los claveles que encuentran en la maceta del salón. Sus ojos se reencuentran, paz y amor había en ellos. Son tan hermosos que nunca se cansaría de verlos. Y él haría lo mismo. Esos ojos chocolates tan únicos y especiales que enamoran a cualquier. Le conquistó al igual que su dulce inocencia.

Seducción vampírica (One Piece x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora