Capítulo 4

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 Nos dirigimos, a la salida tomados de la mano, ante la mirada incrédula de la mesera. No pude evitar que una sonrisa se dibuja en mi cara, cuando descubrí que entre los billetes que le había entregado a la chica, estaba el mismo papel, que minutos antes ella le había dado a Ben, su teléfono. ¡Wow! Eso no me lo esperaba, vaya que Ben era un caso muy interesante. El tipo de la entrada nos miró curioso, pues no habíamos durado demasiado tiempo. Caminamos en silencio por la calle y nos acercamos a donde se había quedado el auto estacionado, cuando creí que abriría la puerta para que subiera, me puso de espaldas contra el vehículo.

― ¿Dónde nos quedamos? ―Pregunto con una enorme sonrisa. Vaya que esta vez no se quedarían las cosas ahí. Genial.

―Creo que aquí ―Dije rosando sus labios. Me aparte para ver sus ojos, me miraba divertido y con pasión.

―Acabo de recordarlo ―Comenzó a besarme con fuerza e intensidad― Haces que mi lado racional se vaya por el desagüe, Marja ―Sonreí y me colgué de su cuello, sintiéndome con toda confianza. Que importa si alguien, de los que pasaban por el lugar, nos veía, tal como Ben lo había dicho, estando con él todo pensamiento racional se desvanecía.

Me deje arrastrar por la sensación de su boca contra la mía, de su lengua contra mi paladar, de sus manos fuertes, sobre mi cintura y de sus brazos aprisionándome. ¿Por qué nunca antes había pensado en ello? Muchas veces había terminado en sus brazos o sobre sus hombros, cuando las copas se me pasaban, muchas veces lo abrace sin sentir nada ¿Por qué? Bueno, definitivamente estaba ciega, porque semejante hombre no se podía ignorar. La intensidad del beso iba en aumento, sin embargo como si fuera una mala pasada, gotas de lluvia comenzaron a caer sobre nosotros. ¿Era un chiste? Bueno, eso pareció no importarle a Ben y a mi mucho menos, estábamos demasiado concentrados en lo que hacían nuestras bocas, como para prestarle atención a una pequeña llovizna, sin embargo comenzaron a aumentar de intensidad las gotas de lluvia.

―Ben ―Murmure sin separar mis labios de los suyos. Comenzaba a sentir el vestido pegado contra mi piel, por la humedad, lo mismo que el cabello.

― ¡Rayos! ―Maldijo y sin perder tiempo, abrió la puerta y me hizo entrar. Corriendo, rodeo la parte delantera del auto y entro. Sentía la boca palpitar por la intensidad de sus besos. Sonreí al ver que también la suya estaba igual de roja, que la mía.

―Creo que hoy todo el mundo quiere interrumpir ―Comente en medio de risas.

―Eso parece ―Contesto buscando sus llaves― Parece que no se detendrá ―Dijo mirando por el parabrisas, el cielo. Efectivamente, estaba completamente negro, más de lo habitual.

―Me temo que sí.

―Entonces volvamos, antes de que se ponga feo manejar ―Teníamos que cruzar una parte de autopista que estaba un poco peligrosa cuando llovía demasiado fuerte, quería negarme, pero sabía que tenía razón. Rayos.

―Si ―Conteste poco convencida. Encendió el auto, le dio la vuelta y comenzamos a movernos. Lo observe fijamente, la lluvia había mojado su camisa y su pecho se traslucía. Desabroche mi cinturón.

― ¿Qué haces? ―Pregunto al verme moverme sobre el asiento.

―Nada ―conteste acercándome a él. Comencé a morder el lóbulo de su oreja.

― ¡Marja! ―Dijo con voz ronca― ¿Qué haces?

―Dándote un poco de "amor" ―Rio ante mis palabras y supe que no me le molestaba en lo más mínimo mi atrevimiento. Juguetee con su lóbulo y luego comencé a bajar por su barbilla, su piel era tan suave y despedía un delicioso olor. Me encantaba su olor, baje despacio por su cuello.

Inocente FlirteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora