Seis

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  • Dedicado a Olga Bassols Planas
                                    

Regresaron al pueblo, más sumidos en el miedo que nunca, contaron lo sucedido y hallado a los demás, que no podían creer lo que les contaban, y mandaron a buscar el cadáver de Brian para poder, al menos, darle un entierro digno. El cuerpo fue llevado a la pequeña consulta del médico, donde esperaría hasta que pudieran realizar el funeral. Pasaron el día como almas en pena y, al llegar la noche, se acostaron pero ninguno pudo conciliar el sueño. Al salir el sol nuevamente debían reunirse todos en la plaza mayor, junto a la iglesia, para decidir qué se haría a partir de ese momento, ya que el monstruo, El Vengador, estaba suelto...

Por la mañana en la plaza, al reunirse, se dieron cuenta de que faltaba gente. No estaba el párroco, ni el alcalde, ni el médico, ni una familia de vecinos del pueblo. ¿Por qué faltaba tanta gente? Curiosamente algunos de los que se ausentaban habían estado implicados, de una u otra manera, con los dueños de la casa embrujada, como ya la llamaban. La multitud empezó a imaginar qué podría haber sucedido; las dos teorías más barajadas eran que habían huido o, peor aún, muerto.

Con cierta reticencia fueron a las casas de los ausentes a buscarlos, pues no querían comenzar la reunión sin aquellas personas ya que entre ellas estaba el alcalde. A casa de éste se dirigieron primero, bastante preocupados. Al llegar llamaron al timbre, pero nadie abrió.

Vivía sólo, pues se divorció unos cinco años atrás aproximadamente, así que al no responder intentaron abrir la puerta y, para su sorpresa, no tuvieron problemas para hacerlo. Entraron dos hombres, no era plan de que todos los vecinos entrasen en una casa ajena así sin más. La edificación constaba de una sola planta, a nivel de calle, así que al entrar no tuvieron que subir ni bajar escaleras, tan solo entrar algo más adelante del recibidor hasta llegar al salón. Lo encontraron, desde luego.

Había sido degollado brutalmente y su cabeza descansaba dentro de una olla llena de agua, que se había tornado roja, sobre los fogones de la cocina. El resto del individuo estaba sentado en una de las sillas de la cocina, apoyado en la mesa por los hombros, de los que colgaban sus brazos chorreando sangre debido a unos profundos cortes. Sobre la mesa quedó un gran charco de sangre proveniente del cuello tajado, todo estaba salpicado con sangre, pequeñas gotitas en los puntos más lejanos y profusas marcas de chorros en las zonas cercanas. Era dantesco, les revolvió las tripas a los dos hombres que lo hallaron.

Al moverse por la cocina descubrieron, a los pies del alcalde, bajo la mesa, un nuevo mensaje escrito con la propia sangre del fallecido.

<<NO SABEMOS EL MOTIVO, PERO DESAPARECIMOS ANTES DEL CENSO DEL PUEBLO QUE DE LA FAZ DE LA TIERRA.

SUPONEMOS QUE ÉL SABÍA LO QUE IBA A PASAR Y NO HIZO NADA POR EVITARLO; POR ESO HA MUERTO>>

Después de ver esto salieron de la casa, con un gran pesar que les afectaba al estómago, una vez en el exterior miraron a sus compañeros de maldición y, a modo de respuesta, negaron con la cabeza. Algunas de aquellas apocadas personas se llevaron las manos a la boca, otras lloraron y algunos pocos solamente miraron la casa con la mirada perdida. Decidieron ir a la siguiente casa, teniendo ya claro que los demás no estarían vivos, para confirmar su estado. La pequeña y humilde casita del párroco se encontraba frente a ellos; en parte no querían saber lo que había ahí dentro, por miedo, pero necesitaban solventar todo este maltrago cuánto antes. Los mismos hombres de antes intentaron acceder a la vivienda y la puerta, nuevamente, se abrió sin más invitándolos a pasar, ellos cruzaron miradas y se adentraron en busca de algo que no querían encontrar: la marca de los que los maldijeron, muerte y sangre en cada rincón.

No tuvieron que andar mucho puesto que en el mismo pasillo, al fondo, lo encontraron, clavado en la pared con los brazos extendidos hacia los lados y su crucifijo hincado en la frente. Tenía ensangrentado todo el rostro, los ojos cerrados y los labios curvados. Sobre su cabeza, escrito en mayúsculas y con sangre, supusieron que perteneciente al pobre cura, encontraron un texto más...

✔️La venganza del diez de julio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora