Veintiuno

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Al marcharse todos de la oscura morada, ésta se quedó sumida en una profunda soledad y un gran abandono. Hasta la mañana siguiente no volvería a poner nadie un pie allí dentro, no volverían a recorrer con pasos apresurados y atareados aquel suelo hermoso a pesar de la falta de cera. Ellos, en su mayoría, se encontraban de camino a cenar o reunidos ya en la plazoleta puesto que Muriel les dijo que les esperaba de un modo imperativo.

Marcus quiso hablar con Susy pero tuvo que esperar, pues la tía de la muchacha se acercó a ellos en cuanto los vio juntos y los separó diciéndole a Susy que necesitaba hablar con ella. Así pues el chico caminaba solo hasta el lugar de concentración, repasando mentalmente lo que quería decirle a Susanna para no estropearlo todo más aún.

Justin había pedido a Gaara que lo llevase un momento a su granja pues había algo urgente que debía hacer y no podía esperar a después de la cena. El joven lo llevó sin poner traba alguna y lo esperó de pie junto a la camioneta aparcada en la puerta hasta que el varón saliera. Éste, por su parte, necesitaba atender a su madre que ya estaba muy mayor, cerca de dejarlo solo. Él, antes de salir, siempre le dejaba la comida sobre una bandeja en una mesita con ruedas que se colocaba parcialmente sobre la cama, la dejaba dormida y aseada, así podía marchar con tranquilidad a ocuparse de todo lo que le requerían sus conciudadanos y la situación que vivían hacia cerca de dos años ya.

Se afanó a cambiarla, acomodarla y dejarla con la cena lista para que la tomase antes de dormir de nuevo, pues él no sabía a qué hora volvería. Bajó de nuevo las escaleras de su hogar y salió corriendo dirigiéndose al vehículo para subir junto a Gaara y poner rumbo a la placita. Había seguido pensando sobre el asunto de la alcaldía y había llegado a una conclusión, con lo que la decisión había sido ya tomada.

En la plaza estaban terminando de preparar las mesas para la cena y en la cocina todo estaba ya listo, tan sólo faltaba que se reunieran todos. Muriel charlaba con sus hijos animadamente durante ese rato, deseosa de cenar y acostarse de una vez al fin en ese día.

Anthony llegó a casa de Doris y ella no le respondió, así que tomó la llave que sabía estaba escondida bajo una pesada maceta redonda y grande. La movió como pudo y sacó la pequeña y fría llave apartándola a un lado antes de colocar nuevamente el gran tiesto en su lugar. Aquella llave estaba ahí porque él mismo se lo sugirió a Doris, un día en que ella perdió el juego de llaves que cargaba siempre y se quedó sin poder entrar en casa, por eso sabía de su existencia y ubicación. Abrió la puerta y se adentró en la casita quedando extrañado al ver prendidas las luces, pues de estar despierta dando vueltas por las salas la mujer le hubiera respondido al llamar al timbre. La llamaba pero ella no daba señal alguna, pensó que quizá estuviese bañándose y se dirigió al baño, pero no estaba allí. Entró en su dormitorio y se le detuvo el corazón al hallarla inmóvil en el suelo, sobre un costado y con los ojos cerrados. Se aproximó corriendo a ella, realmente asustado, y la zarandeó buscando algún tipo de reacción; reacción que no llegó. Le propinó algunas bofetadas, no muy fuertes, en sendas mejillas y le derramó agua fresca en el rostro, pero nada. La levantó a pulso del duro suelo y la colocó sobre la cama con dulzura y nerviosismo al mismo tiempo, acto seguido se abrazó a ella con una fuerza apabullante y la besó ligeramente la frente para después salir corriendo en busca de ayuda.

En el lugar de congregación estaban ya todos, excepto Anthony, Doris, Justin y Gaara. Los demás esperaban a que llegasen para empezar con la tertulia y la comilona cuando Anthony entró como un huracán en el lugar.

— ¡Baldo! —Gritaba mientras corría— ¡¡Baldo!!

— ¿Qué pasa, Anthony? —Le preguntó el hombre algo preocupado al ver como lo llamaba.

— Es Doris —afirmó mientras se detenía frente a él, doblaba su cuerpo por la cintura y colocaba las palmas de sus manos sobre las rodillas—. Es... Es Doris, estaba en el suelo y no me respondía. ¡Tienes que venir!

✔️La venganza del diez de julio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora