Dieciséis

588 8 8
                                    

Cuando los cuatro hombres se equiparon con las botas y los pantalones que habían llevado, todo lo restante estaba ya en su lugar.

Sobre la hierba situaron la lona desplegada y dos bolsas grandes y muy resistentes, abiertas, listas para meter el contenido de las del interior del agua, ya que las abrirían para comprobar el contenido era evidente que necesitarían otras nuevas. Prepararon la cuerda, por si acaso fuera necesaria, y la navaja se le entregó a Marcus que era quién cortaría la ligadura. Las toallas se prepararon sobre las mochilas para que al terminar y salir pudieran secarse, allí dejaron también su calzado.

Doris quiso beber agua, pues tenía la boca seca, y esto conllevó que muchos de sus compañeros al verla quisieran beber también. Una vez todo en orden se adentraron en el agua y empezaron con su tarea, desagradable pero obligatoria.

— ¿Están ahí las bolsas? —Preguntó el señor mayor, sentado en el suelo. <<No debí venir>>, pensaba para sus adentros. Cada vez le costaba más moverse, sabía que no quedaba muy lejos su fin, pero no quería dejar solos a sus tan queridos vecinos.

— Sí, sí están —confirmó Marvin.

— Empieza con la del lado de Anthony, así después él viene para este lado y sacamos ésta y salimos —le sugirió.

Bajo el agua, que les llegaba a la cintura, se podían medio ver las dos bolsas, atadas a consciencia casi a ras de suelo. Marcus las revisó con detenimiento, las palpó y miró todo lo que pudo pues la corriente del agua le dificultaba algo la tarea. La del lado de Marvin estaba tal como él la dejó, cerrada, atada y, según parecía, con el mínimo aire dentro. La del lado de Anthony le dejó una sensación extraña nada más verla a través del agua, estaba como hinchada, algo más elevada de lo que debería, pero seguía atada y cerrada. La palpó y sus sospechas se confirmaron. Puso cara de horror y eso alertó a los chicos que le ayudaban.

— ¿Qué pasa, Marc? —Preguntó su amigo, que conocía bien al muchacho.

— Ésta... —señaló, tras sacar las manos del agua. Todos le miraron—. Está rota. Tiene un buen agujero en la parte de abajo, lo he tocado con las manos.

— ¿Has tocado el agujero?

— ¡No! He tocado pelo, o se parecía a eso —sintió nauseas, pero no lo demostró.

— Pues démonos prisa —le urgió Anthony.

— No es tan simple, Anthony. Se sale... si la movemos se sale todo —un escalofrío le recorrió la espalda—. Y si se sale se lo llevará la corriente. Tendremos que hacerlo mínimo entre tres.

— Hagámoslo entre los cuatro, todo, soltarla y sacarla fuera —sugirió Justin, a lo que estuvieron de acuerdo.

— Pues adelante, cuando la tengáis todos bien sujeta, que sepáis que no se menea ni lo más mínimo, avisadme —les indicó Marcus.

Se reunieron los cuatro en torno a la bolsa en cuestión y le avisaron cuando la tuvieron sujeta por completo. Marcus, con la navaja, intentó cortar las cuerdas que sujetaban esa bolsa a la roca y, tras unos cuentos "date prisa" y un forcejeo que se les hizo eterno, consiguió soltarla. La bolsa se sacudió en las manos de los hombres, que hacían fuerza por contenerla entre ellos, estuvo a punto de romperse más pero Marcus la agarró rápido y la sujetó.

— La voy a girar. Tenéis que girarla conforme lo haga yo, pero sin soltarla, ¿de acuerdo? —Les informó.

Los tres asintieron. Sus otros vecinos les miraban desde el pasto, algunos sentados, otros de pie, como Doris y Susanna que permanecían completamente erguidas y atentas a cada movimiento que realizaban los chicos. Marcus contó hasta tres en voz alta, despacio, para que sus compañeros se preparasen para el movimiento que realizaría. Cuando dijo tres, velozmente, dio la vuelta a la bolsa y puso el lado roto hacia arriba. Los demás acompañaron su movimiento y, de ese modo, la desgarrada bolsa giró completamente, quedando fuertemente sujeta y dejando ver lo que él reconoció como cabello al palpar bajo el agua y, efectivamente, lo era.

✔️La venganza del diez de julio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora