Veintisiete

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Aquellas pequeñas esferas luminosas resurgieron de la nada en otro lugar, en otro edificio, tan rápidamente como se esfumaron cuando los dedos se sujetaron a los barrotes. En la oscuridad de aquella nueva ubicación el silencio parecía imperturbable y el inesperado visitante iluminaba escasamente el punto donde se encontraba, haciendo así que alguna sombra se dibujase a su alrededor.

Giró la cabeza y analizó lo que le rodeaba, sin moverse ni un milímetro en ninguna dirección ya que con la luz que desprendían sus ojos podía ver perfectamente aun estando todo sumido en aquella negrura. Decidió comenzar con su premisa y, elevándose escasos dos centímetros del suelo, inició su búsqueda. Esquivó muebles y subió escalones sin esfuerzo alguno, con sus ojos alumbrándole lo necesario para ver y no ser visto.

Silenciosamente, deambuló por los pasillos de la vivienda, compuesta de dos plantas bastante amplias y, sin abrir puerta alguna, supo a qué sala debía dirigirse, pues sus instintos se lo indicaban sin cabida a errores. No había ruido alguno que delatara su presencia en aquel hogar y eso le hacía estar aún más confiado si cabe.

Neil recorría la morada de sus próximas víctimas, deseoso de cumplir su cometido de esa noche. Giró bruscamente hacia su izquierda, aún levitando en medio del pasillo, y ahí permaneció unos segundos sin moverse y con los párpados cerrados para esconder la luz que emanaba. Era aquella sin duda; él lo sabía bien.

Se aproximó a la madera que le separaba de su objetivo con los ojos entreabiertos, posó sus pies descalzos en el suelo, frente a la puerta, y apoyó la mano derecha sobre la misma antes de empezar a retirarla dejando en contacto tan sólo las yemas de los dedos. Escuchó nuevamente con infinita atención y, sabiendo que aquella era la habitación de los adultos y que éstos dormían, sonrió tenuemente al tiempo que dejaba únicamente un dedo tocando la puerta.

Cerró de nuevo los ojos y se concentró por completo hasta que escuchó truenos en el exterior, separó inmediata y repentinamente los párpados dejando ver sus pupilas ya sin brillo y deslizó el dedo por la superficie mientras abría la boca y exhalaba el vaho sobre el dedo y lo que tenía contacto con él. La puerta se enfrió y Neil, al notarlo, selló sus labios y dio un leve toque con la punta del dedo provocando que el pomo de la puerta girase silenciosamente y la entrada se abriera ante él, mientras los truenos y los relámpagos seguían allá afuera, enmascarando con su escandalera el ruido de bisagras al moverse.

El matrimonio no se dio cuenta de nada ni oyeron sonido alguno, dormían profundamente aunque respiraban intranquilos, arrítmicamente. Las dos cortinas corridas, una clara y una opaca, evitaban que luz alguna se colase en el dormitorio pero el demonio se adentró en la estancia sin dificultad alguna, flotando lenta y silenciosamente hasta llegar al borde del camastro. Allí, sin tocar el suelo en ningún momento, se tumbó en el aire y descendió en esa posición hasta unos cinco centímetros de las baldosas aproximadamente, quedando boca abajo. Flotando aún se metió bajo el lecho y se concentró. Tumbado bajo aquellas personas y el sonido de su respiración, posó las yemas de los dedos sobre las baldosas del suelo e interiormente proyectó su poder, consciente de la fuerza del mismo y seguro de sus actos.

De repente, se abrieron las puertas del balcón y las cortinas volearon hacia el exterior. La tormenta se escuchaba ahora claramente en la sala y la lluvia mojaba el suelo cercano al balcón. La pareja seguía dormida; no parecía perturbarles el ruido que había a su alrededor en ese momento, cosa que molestó a Neil.

Un ave entró en la sala sin que él se lo esperase; un búho real de aproximadamente medio metro de altura, con el vientre pálido y el dorso jaspeado y oscuro con manchas claras. Neil lo miraba desde su ubicación con mucha curiosidad, pues le parecía imponente y le gustaba el porte serio y distinguido que parecía tener el animal. Observó sus ojos anaranjados que resaltaban en la oscuridad y unas plumas que le salían verticalmente de entre los mismos formando una rara línea en forma de uve.

✔️La venganza del diez de julio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora