Capítulo 41: Lluvia de meteoritos (Parte 2)

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P.O.V Percy:

El meteorito que acababa de caer parecía igual o incluso más grande que el de antes. Una nube tóxica se levantó desde el suelo envenenando el aire. Los campistas corrían despavoridos para no ser alcanzados por ella y no caer desplomados. 

-¡NO AGOTÉIS MI PACIENCIA SEMIDIOSES! ¡ENTREGADME A LA HIJA DE ZEUS O CAERÉIS ANTE MI VENENO!-tronó Urano desde el cielo.

-¡Nos destruirás de todas maneras!-gritó Leo contrariado- Tus amenazas no nos asustan cara nube.

¿Había llamado a Urano, el señor de los cielos, cara nube? Al parecer sí. No esperaba menos de Leo Valdez.

-¡CÓMO OSAS INSULTAR AL REY DEL UNIVERSO!-al parecer a nuestro enemigo no le gustó su nuevo apodo.

-¡Leo me parece que no deberías insultarle viendo que estamos casi en la ruina!-gritó Annabeth enfadada. Leo se encogió como única respuesta.

Miré hacia mi derecha. Aria miraba hacia el cielo con una expresión totalmente seria y decidida ¿No estaría pensando en entregarse verdad? Su mano fue directa a su vientre.

-¡Qué quieres de mi Urano!-gritó al cielo. Todo el campamento calló al oir su voz.

Todo quedó en silencio por primera vez desde que el campamento comenzó a ser asediado. De pronto, una risa bastante monstruosa rompió aquel silencio. Urano se estaba divirtiendo a lo grande a nuestra costa.

-MATARTE POR SUPUESTO. JAMÁS OCUPARÁS MI TRONO. NI TÚ NI EL BASTARDO QUE ESTÁS ESPERANDO DEL HIJO DEL MAR-tronó respondiendo.

La sangre se me heló en las venas. Había llamado a mi hijo bastardo ¿Cómo se atrevía?

Comenzó a faltarme la respiración y tosí. Mis ojos comenzaban a nublarse. La nube tóxica se estaba extendiendo por todo el campamento. Veía a los campistas tirados por el suelo mientras algunos de rodillas todavía lograban resistirse a caer abatidos.

-¿Por qué los dioses no hacen nada?- preguntó Piper mientras tosía dificultosamente. 

-¡Atenea! ¡Hermana!- oí gritar a Aria. Vi que miraba a la Atenea Pártenos, la cual tenía un brillo protector.

-No lo entiendo-dijo Jason- el vellocino de oro no nos ha servido de nada. Ni siquiera la Atenea Pártenos nos protege. Todas las barreras del campamento han sido anuladas.

Sus intentos por limpiar el aire a nuestro alrededor parecían nulos a esas alturas.

Por un momento pude notar como podía respirar mejor. El poder de Jason parecía estar funcionado. La brisa comenzó a tornarse más brusca pero era soportable.

-¡Aria!-gritó Jason. Alcé la vista para ver como Aria avanzaba hacia el centro del campamento. Tenía las manos alzadas hacia el cielo. Parecía que el viento era más fuerte a su alrededor. Su largo cabello  y su vestido largo se mecían bruscamente por el viento.

Miré a Jason que estaba de rodillas al igual que yo. Miraba a su hermana con pánico. El hijo de Júpiter no había levantado aquel viento sino ella.

Al contrario que Jason, Aria se mostraba de manera calmada y parecía no dudar.

-¡Se está poniendo a tiro para Urano!- gritó Annabeth. Aunque su voz se oía distorsionada por el viento.

Volví a mirar a Aria. Miraba a la Atenea Pártenos con decisión y fue entonces cuando el brillo dorado de la estatua pareció distinto.

Por primera vez en la vida, vi como la Atenea Pártenos se movía. La mano que sujetaba la lanza se alzó y señaló con la punta a la hija de Zeus y de Hera.

A Través Del CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora