Capítulo 56: Convocatoria de guerra.

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P.O.V Jason

Ver como se cerraba el acceso que separaba la Casa Grande de la gruta donde mi hermana descansaba fue duro. Por un instante sentí el impulso de echar a correr para quedarme junto a ella y acompañarla hasta que despertara.

Pero el llanto de mi sobrina me devolvió a la realidad. Era un llanto desconsolado intercalado con pequeños suspiros que solo me transmitían pena. Sentía la separación de su madre. Había leído sobre ello. Los bebés necesitan escuchar el latido del corazón de su madre para calmarse. Esta vez no iba a ser así.

Me separé del acceso y me dirigí a la sala de reuniones mientras mecía a mi sobrina intentando calmarla.

-Tiene hambre -dijo una voz. Annabeth, quien estaba sentada en su respectiva silla que representaba la cabaña de Atenea, rebuscó en su mochila y sacó un pequeño biberón. Se levantó y me señaló mi silla, la cual tenía un rayo tallado.

Me senté en ella y la hija de Atenea me ofreció el biberón.

-Annabeth nunca he dado de comer a un bebé -confesé con inseguridad. Había leído demasiados libros (quizá no debería haberlo hecho) en los que ponía que el bebé podía atragantarse con la leche. No quería pifiarla.

-Pues aprendes -respondió encogiéndose de hombros. Acepté el biberón y ella se encargó de enseñarme a incorporar levemente a Alexandra. En cuanto su pequeña boca agarró el biberón y comenzó a tragar el alimento me invadió una sensación de ternura gigante. Le estaba dando de comer a mi pequeño tesoro. Era demasiado gratificante.

-Que rápido come -reí mientras miraba sus ojos azules abiertos de par en par, los cuales me miraban atentos.

-Tiene el apetito de su padre -declaró Percy mientras atravesaba la puerta. El hijo de Poseidón se acercó a nosotros y se agachó a la altura de su hija mientras le ofrecía un dedo. La pequeña al sentir el roce no dudó en girar un poco la cabeza para observar a su padre y le agarró el dedo con determinación.

-¿Quieres darle de comer? -le pregunté. Sabía perfectamente que era su hija y eso le daba más derecho que a mí de decidir sobre ella. Percy negó con la cabeza sin dejar de mirarla, como el que mira una estrella.

-Termina tú. Hay tiempo de sobra.

Fue rápido. Tenía un apetito voraz y no tardó en acabar el biberón. Satisfecha y con su barriguita llena se volvió a dormir.

El alboroto que se formó con la llegada de todos los líderes no consiguió sacarla de su sueño. En ciertos momentos la miraba con miedo por si le ocurría lo mismo que a su madre. Intenté calmar mi inseguridad y me centré en la reunión que se avecinaba.

Quirón y Dionisio hicieron acto de presencia cuando todos estuvimos sentados. No era un secreto que todos allí miraban a la recién nacida con curiosidad.

Quirón al darse cuenta de ello carraspeó llamando la atención de los asistentes.

-Da comienzo la reunión de emergencia. Como Percy ha sido la persona que la ha convocado le doy la palabra.

Percy se levantó de su silla e hizo un recorrido rápido para observar a todos los líderes.

-Como todos sabéis, Aria se ha vuelto a sumir en un sueño del cual no sabemos cuando despertará. Antes de irse dejó por escrito lo que había descubierto en su afán de traer a Clarisse de vuelta -resumió.

-¿Cómo trajo de vuelta a Clarisse? -preguntó Lou Ellen. Se notaba que había estado llorando. Sabía de primera mano que ella y mi hermana habían hecho buenas migas mientras mi hermana le enseñaba magia elemental.

A Través Del CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora