Capítulo 45: Trato de almas (Parte 2)

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P.O.V Aria:

El silencio en el que estaba sumergida era espectral. No era agradable. Sentía que caía por un vacío negro en el que por más que gritara nadie podría escucharme jamás.

No tardé mucho en sentir el suelo bajo mi cuerpo. Mis dedos palparon un suelo liso que no tenía el mismo tacto que el de mi cabaña. Eso me asustó e hizo que me despertara y me incorporara rápidamente.

Me hallaba en una gran estancia de suelo negro brillante y altas columnas del mismo color. Las paredes grises daban amplitud a aquella sala gigante.

-Bienvenida a nuestro hogar sobrina.

Me sobresalté al oír aquella voz tan profunda hacer eco por toda la sala. Dirigí mi mirada al frente observando tras una escalinata de granito como se alzaba un trono de obsidiana negra en el que estaba sentado un hombre delgado con una túnica negra a juego con su pelo lacio y sus ojos también negros cual agujero sin fondo. Era Hades.

-Que bienvenida tan calurosa querido -dijo con sarcasmo una voz de mujer a su lado.

A la derecha del trono de obsidiana de Hades se alzaba un trono más pequeño, pero no por eso menos imponente, de plata clara. En el se encontraba sentada una mujer de cabello negro y ojos castaños de tez pálida aunque hermosa.Llevaba un vestido al corte griego negro con un cinturón y brazaletes de plata en la cintura y los brazos. Mi tía/hermana/prima se levantó elegantemente y bajando por la escalinata de granito me ofreció la mano ante mi atenta mirada.

Acepté su gesto tomando su mano cálida y me levanté con su ayuda. Me llevé la mano hacia mi vientre y lo acaricié esperando que no hubiera sufrido ningún daño en la caída.

-Gracias -contesté educadamente y con una sonrisa un poco forzada por la situación. Perséfone asintió y volvió a dirigirse hacia su trono de plata.

Me volví para mirar a mi tío Hades quien me miraba incorporado en su trono y con cierto aire de curiosidad a través de sus ojos negros.

-No era necesario que me trajeras al Inframundo -aclaré intentando romper la tensión que recorrió la sala ante el inminente silencio que se cernió ante los tres.

-Es una ilusión- contestó Hades- creí que en tu estado no era conveniente viajar.

-Es muy considerado de tu parte -respondí agradecida.

-Aún así tengo curiosidad por tu llamada ¿A qué le debo el placer? -su rostro mostró cierto interés y una sonrisa que me indicaba en todos los sentidos que el sabía algo que yo no. Y eso era algo que odiaba- por lo que tengo entendido has conseguido proteger el campamento con la ayuda de Atenea. No imagino para que necesitas al dios de la muerte.

Definitivamente aquellas palabras me indicaron que él sabía algo que yo desconocía. Había sido un error darme a entender aquello porque no me iría hasta saberlo.

Miré al suelo unos instantes respirando tranquilamente preparando mis palabras. Pero en aquellos momento vi unos pequeños pies caminando por aquel mismo suelo.

Parpadeé confusa ¿Qué había sido aquella imagen? ¿A quién pertenecían esos pequeños pies?

-Querida -Perséfone me sacó de la ensoñación -¿Te encuentras bien?

Asentí algo confundida.

-He venido para cambiar mi alma por la de la hija de Ares, Clarisse -solté con voz clara. El eco recorrió la habitación que volvió a quedarse en silencio.

-¿Quieres volver a sumirte en un sueño eterno? ¿Lo has pensado bien? -preguntó Perséfone con una expresión incrédula- No creo que Zeus esté contento con esa decisión.

A Través Del CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora