P.O.V Aria:
El tiempo pasaba lentamente mientras veía como el campamento seguía su curso tras el ataque de Urano. Mi día a día se había basado durante 2 semanas en ir a ver a Clarisse y volver a mi cabaña donde Jason me mantenía recluida para evitar que me pasara nada. Como si fuera un trozo de cristal que se pudiera romper en cualquier momento.
Mientras tanto, me había dedicado a investigar sin descanso algún método para devolver a la vida a Clarisse. Había hablado con los hijos de la diosa Hécate y del dios Hipnos para saber si mediante la magia podría retirarse el veneno o si un sueño de varios años podría llegar a regenerar el cuerpo de Clarisse y retirar por si mismo el veneno de su cuerpo.
Quizá era obsesión mía pero necesitaba que abriera los ojos. La hija de Ares se había visto implicada en una profecía que había surgido por mí. Desde que yo abrí los ojos muchos habían sufrido. Nico casi había muerto por mi culpa, Clarisse estaba prácticamente muerta más que con vida por mucho que lo quisiéramos negar.
Apenas tenía recuerdos de mi infancia pero me había propuesto en generar nuevos recuerdos felices en mi vida aunque no estaba funcionando. No podía ser feliz a costa del sufrimiento de otras personas.
¿Era la culpa tan grande por haber sido la Diosa protectora de los Semidioses? El que yo misma les haya causado el daño iba contra mis propios principios. Mi deber era proteger, me costase lo que me costase y estaba haciendo justo lo contrario.
Acaricié mi abultado vientre. El bebé apenas daba tregua últimamente. Sobre todo de noche. Me gustaba sentir que no estaba sola en aquel mundo tan grande para mí. Sentía su presencia, sus patadas y su inquietud por querer salir pronto.
Quedaban dos semanas para salir de cuentas. Pronto podría tener a mi bebé en brazos mientras observaba de que color serían sus ojos. Ni siquiera habíamos pensado en un nombre. Parecía tan irreal como real a la misma vez.
Suspiré. Odiaba depender de una profecía.
Cogí el paño y lo mojé con cuidado para luego pasarlo por las uñas de Clarisse con cuidado. Cuando la visitaba me gustaba limpiarle el veneno que salía a través de las uñas y recientemente de los ojos, haciendo ver que lloraba lágrimas negras. No soportaba que la gente la viera así. Así que decidí asearla todas las mañanas para que estuviera presentable. También me gustaba lavarle y peinarle el pelo. Se había convertido en un ritual durante aquellas dos semanas.
-Hoy has llegado pronto -oí detrás de mí seguido de un golpe sonoro sobre la mesa. Me giré intentando averiguar la procedencia del golpe cuando vi a Will dejando una pila de libros sobre la mesa. Desde que nos unimos para intentar salvar a la hija de Ares, se había calmado un poco la tensión que había entre nosotros aunque todavía notaba como guardaba las distancias.
-Sí. No tenía nada que hacer. Decidí hacerle compañía y contarle todo lo que está pasando -afirmé.
Vi como bajaba los hombros derrotado y se expresión mostraba lástima.
-Aria...-comenzó a decir. Pero le corté. Sabía lo que me iba a decir. Se había rendido. Él ya la daba por muerta.
-Lo sé-respondí rápidamente- pero si me pasara a mi me gustaría que lo hicieran. Quizás nos escuché aunque no podamos comprobarlo.
Will soltó el aire e intentó poner una cara comprensiva pero solo le salió una mueca de desconsuelo. Volvió a recoger los libros y se marchó alegando que iba a ordenarlo en la biblioteca de la enfermería.
Fue entonces cuando vi que se le había caído un libro al suelo. Me levanté y lo cogí.
-Eh Will, se te ha caído...-comencé a decir. Hasta que leí el título: "Hades: vida y muerte"-el libro.
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A Través Del Cristal
FanfictionEl campamento mestizo vuelve a la normalidad tras la guerra contra Gea. Sin embargo, el Oráculo de Delfos no da tregua y tras una aparición extraña en la cabaña de Artemisa, surge una nueva profecía. Un secreto oculto bajo la Casa Grande es desvela...