Capítulo 48: Cartas escritas, madre lista.

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P.O.V Jason:

La cuenta atrás había comenzado. Según las cuentas de Will, el bebé podría decidir venir al mundo cualquier día. Todos estábamos expectantes por el gran acontecimiento. Aunque sinceramente en los últimos días mis ganas habían disminuido. Quiero tener a mi sobrino o sobrina en brazos pero si eso significa perder a mi hermana la cosa no me animaba en absoluto.

En la última semana la había visto feliz. Veía la vida que podría tener si no moría. Por las mañanas iba a ver a Clarisse a la enfermería para después dirigirse a la cabaña de Hécate. Según me había dicho, estaba enseñando a Lou Ellen a controlar el hielo. La veía desde una distancia prudente mientras Lou tiraba agua al cielo y la intentaba congelar. Había mejorado con los días. Su cabaña se había trasformado en el almacén de cubitos del campamento.

Por las tardes se entretenía tirando flechas u observando las distintas clases de los campistas. Todos observaban su abultado vientre que parecía que podía con ella. Andada lenta y torpemente, aún así estaba muy guapa. Había leído que el embarazo volvía a una mujer más guapa. Yo lo que creía es que sonreía más y eso la hacía destacar.

Su risa era constante. Se notaba que estaba en paz consigo misma, que no tenía preocupación alguna.

Por las noches, tras la cena, se dedicaba escribir. No me dejaba ver lo que plasmaba en el papel pero sabía que eran las cartas de las que me había hablado. Me daba la impresión de que era su testamento o algo por el estilo.

Me senté enfrente de ella y la vi doblar el papel que escribía para evitar que pudiera leerlo.

-¿No me vas a contar lo que pone en las cartas? -insistí una vez más. No solo tenía curiosidad, también odiaba ver como se reservaba aquella misión en la que estábamos implicados varias personas que hasta aquel momento seguía desconociendo.

-No -respondió riendo. Aquello para ella era un juego. Veía mi impaciencia y mi gran curiosidad y se burlaba de mi por el hecho de que no iba a decirme nada.

-¿Cuántas son? -respondí de vuelta intentando sacar algo de aquella conversación.

-Son 5 -sorprendentemente era la primera vez que me contestaba a alguna pregunta con referencia a la dichosa misión. Había 5 cartas, una de las cuales era para mí según me había dicho Aria anteriormente, por lo tanto iba a darle a 4 campistas una carta- aunque tu recibirás dos.

-¿Para mí dos? ¿No bastaba con escribirlo todo en una sola? -era algo lógico en mi opinión. 

Mi hermana sonrió.

-Recibirás la tuya y la de otra persona. Tendrás que entregársela en persona -explicó mientras se levantaba y cogía el papel para dirigirse a su habitación.

¿Quién sería ese campista que no la podía recibir en persona? ¿Y si no era un campista? ¿Sería un dios?

Las preguntas en mi cabeza se agolpaban sin descanso una tras otra y ninguna sin respuesta. Tenía el corazón encogido por lo que esas cartas pudieran significar.

Por si no lo había mencionado, desde el día de mi encierro donde Aria se quejó unos segundos, se había pasado toda la semana de la misma manera. Había ratos en los que su cara cambiaba totalmente y se agarraba el vientre.

Will se había encargado de enseñarle técnicas de relajación para sobrellevar aquel dolor y le había enseñado como sería el parto y lo que tendría que hacer. Desde el punto de vista médico aquellos dolores repentinos era señal de que el bebé se estaba preparando para salir y que en cualquier momento podría empezar un dolor que no solo no se esfumaría sino que se incrementaría.

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