Capítulo 25: Percy y Aria(3)

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P.O.V. Aria:

Estoy embarazada, estoy embarazada, estoy... Las lágrimas salían sin control alguno en la oscuridad de mi habitación. Me era imposible cerrar los ojos. El solo recuerdo me mataba.

Flashback:

Entro al baño dejando a Percy fuera. Me miré en el espejo e inspiré hondo. Los nervios me estaban matando. Sin rodeos cogí el test de embarazo y me dispuse a hacérmelo. Seguí las instrucciones cuidadosamente y esperé 10 minutos para ver el resultado. Según la guía si aparece una raya es porque no estoy embarazada y si salen dos es positivo.

Con los nervios a flor de piel y con las manos temblorosas cogí el test y lo miré.

Dos rayas. Positivo.

Se me volvió a revolver el cuerpo y las lágrimas salieron. Todo lo que había intentado evitar había fracasado por culpa de Afrodita. 

Fin flashback.

Llevaba horas llorando y ni siquiera tenía consuelo. Pensé en Annabeth y volví a sentirme peor. Prefería quedarme en el bosque antes que volver al campamento para ver su reacción y la de todo el mundo. ¿Qué pensarían de Percy?

Me levanté de la cama y salí al balcón. Miré la luna llena que se alzaba elegante y brillante en el cielo.

-Mamá- susurré mirando el cielo- te necesito.

Cerré los ojos ante el silencio de la noche.

-Aquí me tienes- oí detrás de mí. Me giré hacia el interior de la habitación. Mi madre estaba sentada en la cama. Hoy no tenía ante mí a una reina de los dioses sino a mi madre. Llevaba un vestido azul clarito y el cabello suelto formando ondas naturales. No llevaba corona ni brazaletes. Nada de oro ni plata. Parecía una persona normal en vez de una diosa.

-Mamá- me dirigí hacia ella mientras las lágrimas brotaban de nuevo sin poder evitarlo. Ella me abrazó. Sollocé en su hombro.

-Sabes que estoy iba a pasar cariño. Una profecía no se puede evitar- Me acarició el pelo.

-Pero estaba funcionando- repliqué- no iba a pasar nada.

-El destino no se puede cambiar Aria. Si no pasaba de una manera pasaría de otra. Y para serte sincera prefiero que Afrodita haya intervenido. No creo que a Zeus le hubiera hecho mucha gracia que Percy te tocara un pelo- dijo riendo. Reí ante la idea de mi padre sobreprotector.

-¿Que debo hacer ahora? No se lo que hay que hacer, no se hacer de madre- dije preocupada.

Mi madre rió.

-Ninguna mujer nace sabiendo ser madre. Todo se aprende con la práctica- me respondió

-Para ti es fácil, eres madre de unos cuantos hijos- dije sarcásticamente.

- Eso es cierto. Pero cada hijo es diferente y admito que me he portado mal con alguno de ellos- sabía que se refería a Hefesto- pero intento hacerlo lo mejor que puedo.

Permanecí en silencio mirando la luna.

-Se que serás una madre estupenda- oí en mi mente. Cuando me giré mi madre ya no estaba, había vuelto a casa, al Olimpo.

Lamenté mi mala suerte en la vida nuevamente y me acosté aún con lágrimas en los ojos y conseguí caer en los brazos de Morfeo.

Me encontraba en un lugar luminoso. Parecía que estaba muerta. Todo era silencioso pero un grito me alarmó. Se oían murmullos y palabras sueltas. Otro grito retumbó en el silencio.

Era mi grito. Era desgarrador y lleno de dolor.

-¡¡¡¡No puedo hacerlo, no puedooo!!!- gritó mi otra yo.

-Claro que puedes, ya falta poco- esa voz era conocida, era Annabeth. 

-¡¡Ahhhh!!- gritó mi voz.

El ruido cesó. Volvió el silencio. Ya no se oían las otras voces.

-No te la lleves por favor. Es muy joven todavía. No se merece morir. No puedes dejar a mi sobrino sin madre.- ¿Jason? ¿Qué estaba pasando? ¿Se refería a mí?

Entonces lo comprendí. Hablaba de mí y del bebé. ¿Significa eso que no llegaré a conocer a mi hijo/a? ¿Qué moriré en el parto?

Desperté sobresaltada. Tenía la cara perlada de sudor y algunos restos de lágrimas. Algunos rayos de sol asomaban por el horizonte anunciando el nuevo día.

-Apolo dime que eso no era una visión- le pedí a mi hermano. No quería morir. No quería dejar a mi bebé solo.

Oí chapoteo fuera. Me levanté y me asomé al balcón.

Percy estaba nadando en el lago. Se veía tranquilo, no como ayer. No quiso decirle nada del embarazo a mis hermanos. Creo que teme que lo juzguen por algo que no ha hecho. Todavía me sigo preguntando como es que Percy es el padre del bebé sin ni siquiera tocarme. No habíamos hecho nada.

Percy levantó la mirada y me vió. Sonrió y levantó la mano a modo de saludo. Yo hice lo mismo pero sin sonreir. Desde que me enteré del reciente embarazo mi sonrisa se había esfumado y Percy se percató de ello. Su sonrisa desapareció para dar lugar a una expresión de preocupación.

Hice un gesto de despreocupación. No quería que subiera a hablar conmigo. No tengo agallas para ponerme en frente suya. No sabría que decirle.

Me giré y volví adentro. Cogí mi ordenador y busqué en las leyendas sobre los embarazos entre dioses y entre semidioses.

Según ponía en Internet, los dioses podía dar a luz en el momento que quisieran mientras que entre semidioses el embarazo era igual al de un mortal salvo por los meses de espera. Mientras que en el de un mortal era 9, en el de un semidiós eran 6. Tragué saliva asustada.

Comenzaba la cuenta atrás. El salvador o salvadora venía en camino.

Se que he estado desaparecida pero aquí está la actualización. Siento mucho si me retraso tanto pero apenas me quedan dos semanas de exámenes finales  y acabo el curso. Espero poder actualizar más seguido.

Espero que disfrutéis.

La cazadora más servicial de Artemisa.

A Través Del CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora