Capítulo 65: ¿Y si alteramos la naturaleza?

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P.O.V Nico:

Habían pasado dos meses desde que di a conocer la teoría sobre el equinoccio de otoño. Quizá había sido demasiado pronto y había dado demasiadas esperanzas.

El equinoccio de otoño, el día en que las horas de luz y oscuridad se equilibran, era el día 21 de septiembre.

Era día 1 de septiembre y todavía no tenía nada.

Todo el campamento se mantenía ocupado con sus proyectos. Tras la idea de Jason y Percy sobre el aire respirable, se creó un depósito de agua lo más grande que el terreno pudo permitir para que Percy se encargara de llenarlo. Estaría bajo tierra para que Urano no pudiera saber de donde sacábamos el aire.

Con respecto al proyecto de Lou y Katie, las cosas marchaban realmente bien. Apenas dos semanas después de dar su idea, habían decidido pasarlo a la práctica y tras dos meses de duro trabajo habían completado media cúpula.

Sobre nosotros, comenzaba a alzarse una red de enredaderas verdes con aspecto metálico debido al cambio de características con el cristal. 

Y yo mientras tanto me había dedicado durante dos meses a casi vivir en la gruta de Aria, investigando e intentando sin éxito cualquier arte místico o mágico que me permitiera encontrarme con el alma de la hija de Zeus y Hera.

Me había guiado por la llamada por parte de nuestra amiga hacia Will hace algunos meses pero llegamos a la conclusión de que había sido voluntad de Aria y que no había forma de volver a repetirlo.

Los libros y las anotaciones comenzaban a acumularse por toda la gruta y aunque muchas veces contaba con ayuda de los chicos nunca conseguíamos nada en concreto.

Jason se encontraba enfrascado en uno de los libros que nos había prestado Lou sobre magia negra y de la muerte. Sentado en el suelo vigilaba de reojo a su sobrina que se encontraba acostada en una manta mientras jugaba con uno de sus juguetes blanditos, según Will buenos para los dientes.

La pequeña hija de Percy y Aria había crecido bastante, y a sus 5 meses ya comenzaba a definirse su rostro por completo. Le había crecido bastante el pelo castaño, el cual era sujetado por una diadema azul que hacía juego con su pijama. 

Mientras más tiempo pasaba, más era notorio el parecido con su madre. Su piel blanca, su nariz e incluso los labios hacían recordar a la hija de Zeus y Hera, sin embargo todos estábamos de acuerdo en que la mirada azul, juguetona, la había heredado de su padre. Will decía que la mirada era la puerta al alma, por tanto según él, tendría una personalidad parecida a la de Percy. 

El sonido de la puerta al abrirse hizo que dejara de mirar a la bebé.

Percy entraba en la gruta con cara cansada y físicamente visible bastante exhausto.

-No te ofendas pero parece que te ha atropellado un camión -le dije.

-Más bien me siento como si se me hubiera derrumbado encima todo el Empire State Building-resopló.

-Con el Olimpo incluido -añadió Jason tras levantar la mirada del libro- ¿Sigues llenando el depósito?

El hijo de Poseidón asintió.

-Parece ilimitado, no se acaba nunca -dijo mientras se acercaba a ver lo que hacíamos- Así que no puedo entretenerme mucho. Toma.

Percy me ofreció dos libros voluminosos que acepté, para después coger a su hija en brazos. La bebé emitió un sonido que interpreté de alegría.

-¿Qué es esto?

Visualicé las portadas de ambos. Eran negras y con letras plateadas, idénticos. Parecía como si fueran de la misma colección.

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