Capitulo 1 Bruja

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Lena

   Mi nombre es Lena y soy una bruja. ¿Cómo lo sé? Simplemente lo sé, desde hace muchísimo tiempo. Pertenezco a un antiguo linaje de poderosas brujas y hechiceros. Tengo 20 años en esta vida, sí, he vivido muchas, se puede decir que soy inmortal, en cierto modo, pero esta característica tiene una condición; moriré definitivamente cuando encuentre a mi alma gemela. Es una maldición porque nunca la he encontrado, es obvio. Y también pienso que nunca la encontraré he perdido toda esperanza, así que estoy  condenada a morir eternamente y siempre que vuelvo a una nueva vida recuerdo las vidas pasadas. Es realmente difícil recordar tanto, diría que es doloroso e insoportable. Recordar esos amores que creí que eran los correctos, recodar mis errores, recordar las cosas buenas y las malas que había hecho. Y lo más doloroso de todo era vivir una y otra vez la muerte de mi madre, que al igual que yo tenía una maldición. Ella moría el día de mi cumpleaños número quince. Había muerto de diferentes maneras; asesinada por otros hechiceros,  atropellada, quemada, por alguna horrible enfermedad, en una ocasión murió cuando zafiro nuestra perra le mordió la garganta arrancándosela de un tajo, y creo que fue la que más me marco, en esa ocasión perdí a dos seres amados, puesto que mi padre, que también poseía una maldición, en medio de la rabia le lanzó un hechizo que la pulverizó en un segundo.

La maldición de papá era estar condenado a vivir por siempre joven, parecía de treinta en vez de 600, 750 o 985. Sea cual fuera su edad, ya la había olvidado. Tal vez  no era tan horrible como parece, pero  si lo era. Nos ha visto vivir y morir muchas veces y de terribles maneras. Se había vuelto un hombre nervioso y temeroso, realmente triste.

 En fin, no todo era tan malo, lo mejor para mi era que podía hacer magia. Todo tipo de magia, desde crear una chispa hasta controlar el clima y cada vida que vivía me hacía más poderosa. Era realmente maravilloso.

Me levanté con el primer rayo de sol, adoraba y odiaba el amanecer, era un nuevo día, era una nueva oportunidad de vivir, pero también podía ser un recordatorio  de mi desafortunada existencia. A veces podía ser optimista y otras simplemente podía deprimirme  y no salir de mi habitación en varios días. Aquel día era especial lo podía sentir en el aire cálido que me envolvía y en el movimiento del suelo bajo mis pies; decidí salir a dar un paseo. Moví mi mano y sin tocar las cortinas estas se cerraron, se podía hacer magia sin pronunciar palabras, pero aquellos hechizos más difíciles requerían de algún cántico o de muchas oraciones complicadas y rituales agotadores.

Chasquee mis dedos y mi pijama desapareció y apareció en su lugar un pantalón rasgado, unas botas negras y una franela blanca. Me encontré a papá en la cocina preparando el desayuno, se veía jovial, más de lo normal, sus ojos azules tenían un brillo especial como cuando un rayo de luz impacta en un espejo. Y su pelo de tono castaño vivo relucía implacable.

 — Buen día —me saludó alegremente, había desaparecido todo rastro de su nerviosismo habitual.

 —Buen día, papá. Hoy estás muy alegre. —respondí de igual manera.

— Es que es un día para celebrar —anunció mientras pasaba su brazo por encima de la mesa como si intentara limpiar una mancha invisible e inmediatamente apareció nuestro desayuno.

 — Nunca me canso de esto —anunció mientras se sentaba  frente a mí.

— ¿Qué? Hacer el desayuno sin magia, pero usar magia para servirlo. —reí ampliamente.

—Hay placer en las cosas sencillas de la vida, pero aún más en la magia. Adoro las dos, no me culpes por ello.

— Tienes razón.— admití tímidamente.

—¿Y se puede saber a qué se debe tanta felicidad?— pregunté llena de curiosidad

—Me han dado trabajo en la universidad local como profesor de historia, ¿adivina que es lo más sorprendente? No he usado magia alguna.— culminó mientras aplaudía en el aire.

— ¡Oh, es grandioso papá! —exclamé sorprendida

 Después de una agradable charla en la que me contaba los detalles de cómo había conseguido el empleo y como tuvo que falsificar algunos documentos para ello, sin usar magia, me levanté sigilosa y me dirigí a la puerta. Papá nunca había estudiado una carrera, pero sabía más que cualquier otra persona sobre historia y acontecimientos importantes. Creo que se lo merecía, necesitaba algo con que distraerse, ya que mamá  no estaba con nosotros.   

   Salí de la casa y pensé en ir a un parque que estaba cerca, llevaba conmigo un cuaderno de dibujo y varios lápices de grafito. Me senté en la hierba aun húmeda por el rocío, pero no me importó y de repente recordé algo de la conversación con mi padre; él había nombrado el placer.  Placer, había tenido mucho de ello y hablo del placer físico, de hacer el amor o simplemente tener sexo. Pero en esta vida aún no lo había experimentado y empezaba a extrañarlo, a notar desesperadamente su ausencia. Extrañaba sentirme amada, sentir los labios de alguien sobre los míos, el contacto ardiente de otra piel.  Tal vez era un buen día para empezar mi vida sexual.

 Entonces, cayó a mi lado; una chica.

Encantando a CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora