T R E I N T A I U N O

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Sofía

De a poco despierto, esta vez mucho más consciente que la anterior, de la que tengo pocos recuerdos. El recordar todo de un momento a otro me estresa tanto... ¿Todo esto pasó realmente? Chris se quedó dormido, me da tanta ternura verlo así, no puedo creer por todo lo que hemos pasado en estos meses y aún así está aquí a mi lado, eso me hace sentir especial, sensación que muy pocas veces he sentido y la gran mayoría de veces fueron con él.

—Despertaste... —Se acomoda sonriendo feliz—. ¿Te sientes bien? ¿Te duele algo? Díme si así es, por favor.

Intento reír, pero hago una mueca de dolor. —Me siento bien, sólo duele un poco. No te preocupes.

—Eso es normal... Avisame por cualquier cosa, es necesario.

—Claro que te diré... ¿Sabes algo de... ya sabes? —pregunto preocupada, creí que era imposible odiar a alguien, para mí. Qué equivocada que estaba.

—Te seré sincero porque no hay nada mejor que la verdad... el cobarde creyó que habías muerto y se... suicidó. Nadie esperaba eso.

Quedo impactada con lo que me dice, tal vez era lo mejor... Cambio la conversación. —¿Llamaste a mi padre?

Asiente.

—Ni siquiera sé qué pensar de todo... —Apoyo mi cabeza en la almohada.

—Quedate tranquila, yo te voy a ayudar.

—Gracias por estar aquí, agradezco tanto haberte conocido... De verdad Christian... eres todo lo que está bien... para mí. —Una lágrima recorre mi mejilla.

—¿Gracias? Haría mil veces esto si es necesario Sofía, quiero verte bien. Creo que los dos nos necesitábamos, y por eso aquí estamos... Despertaste a mi verdadero yo, eso no lo hace cualquier persona.

Abro mis brazos. —El último hasta dentro de un rato, ¿sí?

—¿Como podría decirte que no? —Se acerca a mí.

Tocan la puerta, Chris se aleja lentamente y la abre.

—¿Hija? —Sonríe sin mostrar los dientes, de forma triste.

—Merecen hablar... voy por un café, cualquier cosa llamenme —dice mi compañero antes de cerrar la puerta.

—Parece un buen hombre —Sonríe de manera más alegre.

—Lo es...

Nos miramos por un corto momento... al final de cuentas es mi padre, en alguna parte de mí siempre lo quise y... en este momento se está reflejando.

Me da un largo abrazo. —Sabes... Lo siento tanto... sé que mis palabras quizás no te parezcan nada. Pero me arrepiento cada día de mi vida en haberte dejado, priorizar otras cosas en vez de a ti, cuando contigo era con la que debía estar, me necesitabas y yo no estuve nunca ahí. Si hubiese estado ahí quizás no deberías estar así ahora. No sé cómo pedirte disculpas, simplemente no las hay... Lo de tu madre... fue algo muy privado, a tus quince años no podía explicarte eso, ella ya se había ido. ¿Qué ganaba diciéndote la realidad que no la favorecía? Además de que te fuiste y de nuevo, fue mi error no buscarte...

—¿Qué es lo de mamá?

—No es el momento ni el lugar... cuando te recuperes te lo diré, te lo prometo.

Limpio mis lágrimas y su celular suena.
Tiene una corta charla, al cortar se lo ve un poco molesto.
—Debo irme... Cuando te sientas mejor, háblame...

—Te extrañé... papá.

Acomoda mi cabello de la manera que lo hacía cuando tenía siete años, que recuerdos... Se despide y va de la habitación. Me acomodo un poco.
Llega Chris.

—¿Y? ¿Qué sucedió?

—Hablamos... Se disculpó. ¿Sabes cuántos años quise escuchar eso?

—Me imagino... —Besa mi frente—. Todo saldrá bien, tú tranquila ¿sí?

—Siempre mientras que esté contigo...

—Sabes... Ya me estaba olvidando, mira la idea que tuvo Larissa, mientras que te estás sanando, antes de quedarte sola... podrías venir unos días a quedarte junto a nosotros en casa. ¿Qué dices?

¡Él es el ideal!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora