Capítulo VIII

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| Familia ante omnia |
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— Eres el director del Instituto, exige que te digan qué ha pasado con Clary.

— Lo he intentado, pero el Consejo me lo ha impedido.

Unos golpes alertaron de que tenían visita. Magnus entró en el despacho con el pelo alborotado, el eyeliner mucho más descuidado de lo habitual y su ropa llena de arrugas.

— Parece que alguien necesita un café.

— No hace falta, Alexander, ya me he tomado seis. Llevo toda la noche investigando la magia negra que usó Lilith con Jace y creo que sé cómo liberarlo.

Alec frunció el ceño indicando que continuara con su descubrimiento.

— Según vuestra descripción, parece que Lilith lo tiene encerrado en una especie de jaula mental y que la única solución es romper esa prisión. Si conseguimos seducirlo con la magia suficiente, aniquilaremos su presencia.

— ¿Y puedes hacer eso?

— No, pero podré. En el Libro Blanco hay un hechizo que me permite canalizar la magia de otros brujos.

— ¿De cuántos estamos hablando?

— Necesitaré al menos a doce para igualar su poder... Pediré algo de ayuda, pero podré. — Alec sonrió al escuchar las buenas noticias — Aunque hay un pequeño inconveniente, necesitaremos el permiso del Gran Brujo para realizar algo así.

Las miradas de Magnus y Alec se posaron sobre Thalia.

— Yo me ocupo. Aunque necesitaré un poco de corrector, las ojeras no desaparecen por arte de magia.

El brujo rió mientras Alec la estrechaba en un pequeño abrazo, adoraba a su chica.

***

— Así que la Reina del Infierno está en Nueva York, aterradoras afirmaciones.

— No sólo eso, ha demostrado ser... bastante esquiva. ¿Más té?

Lorenzo afirmó con una sonrisa y lo sirvió. Thalia ocupaba el sillón frente al Gran Brujo de Brooklyn y hablaba mucho más seria que las otras veces que se habían encontrado.

— Lilith tiene la ayuda de alguien a quien controla mentalmente, un shadowhunter. Lo que queremos es liberarlo para que pueda contarnos sus planes, dónde está y cuál es su debilidad; pero necesitaremos... la ayuda de la magia.

— ¿Que mis brujos se enfrenten a su mano derecha?

— No, sólo uno. Magnus Bane.

Lorenzo rodó los ojos y dejó su taza de té rojo sobre la mesa molesto por la mención de aquel nombre.

— Ha encontrado un hechizo que le permite canalizar la magia de otros brujos. Sólo él correría peligro, pero obviamente no haríamos nada sin tu permiso.

El brujo le dio una sonrisa de lado y se levantó de su asiento. Los shadowhunters debían enfrentarse a los demonios, pero los brujos no podían permitirse iniciar una guerra contra la Reina del Infierno.

𝐅𝐈𝐑𝐄 𝐌𝐄𝐄𝐓𝐒 𝐅𝐀𝐓𝐄 || Alec Lightwood ➰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora