Capítulo XXII

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| Todo lo bueno... |
(Parte 2)
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Isabelle y Magnus entraron a la habitación de Thalia junto a un acompañante más. Meliorn se había recuperado del ataque de Lilith y sonreía desde la puerta preguntando si podía pasar.

— Me alegro un montón de que estés bien. — la castaña lo estrechó en un abrazo — Vaya susto nos diste.

— Y justo a tiempo.

Thalia frunció el ceño sin entender a lo que se refería. Meliorn mostró la invitación a su boda y le entregó una caja como muestra de agradecimiento por haberlo ayudado a sanar en Edom.
Magnus le sonrió y la invitó a abrir el regalo. Un precioso vestido blanco se doblaba con cuidado en el interior.

— Con todo lo de Jonathan se nos olvidó lo más importante. — la emoción de Isabelle se veía reflejada en su tono al hablar — Y me niego a que te cases con mi hermano en vaqueros. Así que manos a la obra, aún tenemos tres horas por delante para prepararte.

Una pequeña sonrisa se dibujo en el rostro de la castaña por la entrega de su parabatai.

— En ese caso, yo me retiro y dejo que los magos hagan su trabajo.

— Meliorn, espera... Muchísimas gracias, de verdad.

El seelie la estrechó en un último abrazo restándole importancia. La única condición que puso, era ver como le quedaba el atuendo una vez estuviera lista.
Isabelle tomó sus cosas y la empujó al baño una vez Meliorn y Magnus salieron de la habitación. Thalia salió envuelta en un albornoz que Isabelle le había dejado y se sentó frente a su parabatai, que deseaba empezar con el maquillaje.

— Te conozco lo suficientemente bien para saber que me matarás si me excedo, pero Thalia Blackwood no es ella misma sin su delineado.

La castaña rió viendo como su mejor amiga tomaba el rotulador negro de su tocador y procedía a trazar una precisa raya sobre su piel. Era cierto, igual que el labial rojo suponía el sello de Isabelle, el delineado negro era el suyo.
La menor de los Lightwood sonrió satisfecha con su trabajo y rebuscó en el estuche a rebosar de productos hasta sacar un precioso tono nude para los labios.

— Un poco de gloss... y... listo.

La azabache la alentó a que mirara su reflejo. El resultado era perfecto, un maquillaje muy natural que destacaba los llamativos ojos grises de la chica Blackwood. Los párpados se sombreaban en un tenue color tierra y se iluminaban gracias al sencillo tono brillante aplicado en el centro y la zona del lagrimal. Sus mejillas tenían un leve tono rosado que se mezclaba con el conjunto de polvos de sol repartidos por todo su rostro para darle algo de color. El delineado negro contrastaba con los labios nude, haciendo que el maquillaje no quedara muy recargado.

— Ahora...

Isabelle retiró la diadema con la que apartaba el pelo de su cara y procedió a peinarla. Nada demasiado elaborado, un simple semirrecogido que se adornaba con las pequeñas flores de cristal que Meliorn había incluído en la caja.

— Mi hermano se va a quedar sin palabras al verte.

— No, por favor. — los nervios comenzaron a formarse en su estómago — Como me toque hablar a mi sola creo que me da algo.

Isabelle dejó escapar una risa mientras se dirigía hacia la puerta.
La chica Blackwood tomó el vestido y se situó tras el biombo para cambiarse. La tela blanca caía hasta el suelo dejando sus hombros al aire y revelando el encaje que la cubría, donde una sobre falda de tul colgaba desde la cintura.

𝐅𝐈𝐑𝐄 𝐌𝐄𝐄𝐓𝐒 𝐅𝐀𝐓𝐄 || Alec Lightwood ➰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora