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—Hablamos cuando duerma, ¿Si? Ahora necesito dormir— Me acuesto en cama de Rian.

—Bien, me acuesto contigo— trata de entrar en las sábanas en lo que  yo lo detengo.

—No Rian, ve al sofá— acomodo mi cabeza en la almohada y él me mira con unos ojos tristes.

—¿Me vas a hacer dormir en el sofá de mi propia casa?— pregunta.

—Déjame dormir Rian, tú decides. Duermes conmigo pero en tanto me despierte me voy a casa o duermes en el sofá y cuando despierte hablamos— cubrí mi cabeza con las sábanas sabiendo cuál sería la respuesta.

—Está bien me voy— lo último que escucho es el sonido de la puerta al cerrar.

Había dormido alrededor de una hora, desperté por la enorme sed que sentía, ya el alcohol había despejado mi cuerpo y como consecuencia esto.

Me dirigí a la cocina en busca de agua y vi a Rian tirado en el sofá que apenas cabía y por lo que parecía muriendo de frío.

—Despierta— doy toques fuertes en su frente y en tanto me ve se para enseguida. —¿Puedes buscarme agua por favor? Tengo sed— me senté en el sofá y él fue en busca del agua.

—¿A que estás jugando Annie?— pregunta con el vaso en mano.

—Nada Rian, ¿Te parece que juego algo?— tomé el vaso y la bebí en segundos.

—Quiero que me escuches— se sienta al lado mío.

—Te escucho— digo seria poniendo mi mano en su pierna, acariciando suavemente esta. Daría su merecido a Rian.

—Eso qué pasó en Argentina con Julieta...— lo interrumpí

—¿Julieta?, ¿Quién es Julieta? — me hice la tonta y despreocupada.

—Annie no actúes como una bebé. Sabes que ella me besó y tu lo viste sa...sabes— sus palabras se empezaron a entrecortar cuando empecé a acariciar sobre la tela del pantalón su miembro.

—Te escucho papi, ¿Qué pasa?— lo miro haciendo un puchero.

—Chiquita no. Quiero hablar de verdad— dice.

—¿Qué pasa papi?, ¿Hay algo qué no te deja hablar?— finjo sorpresa y saco su miembro del pantalón para masturbarlo.

—Bien Annie, sabes que no besé a Julieta y que la única que quiero es a... demonios Annie— dice cuando siente mi lengua recorrer su longitud.

—Papi no pares de contarme, quiero escucharte— sonrío y le doy un beso en la mejilla.

—Que te quiero a ti y a nadie más que nunca besaría a nadie mas que no fueses tú— termina de decir de una vez por todas, sintiéndose aliviado por dejar fluir sus palabras.

Yo ignoré sus palabras y seguí acariciando su miembro con mi mano hasta que el líquido espeso por fin salió.

—¿Bebé no piensas decir nada?— pregunta con la respiración agitada.

—Claro papi— finjo una sonrisa —Lo cierto es que no te creo nada, voy a seguir durmiendo y mañana te levantas temprano y me llevas a casa, ¿Entendido?—

—Si— dice cabizbajo

—Bien, buenas noches, sigue durmiendo en el sofá— tras decirlo se notaba algo deprimido y yo me limité a seguir durmiendo pero en su cama, ¿Irónico no?.

En el momento que amaneció desperté a Rian para que me llevara a casa, buscando las llaves de su auto aun seguía parloteando sobre lo mismo.

—¿De verdad no vas a perdonarme bebé?— se recuesta sobre el sofá y me atrae de la cintura.

—Si quieres que te perdone gánatelo. Ahora llévame a casa— caminamos hasta el auto para emprender el viaje, en el trayecto posó su mano en una de mis piernas cómo era de costumbre y las quité.

—¿Ni a eso tengo derecho?— pregunta entristecido

—A nada, no hables conmigo— saqué mis audífonos y fingí estar escuchando música.

—¿A quien vas a negarle que ese cuerpo me pertenece?— dice casi en un susurro asegurado de que yo no estaba escuchando, yo fingí que no lo hacía.

Me depositó en casa, insistió varias veces en que me despidiera con un beso pero yo en todas negué.

—Instituto— dice mamá en tanto me ve atravesar la puerta y me extiende el uniforme.

—¿Ni un hola? Así tratas a tú hija mujer— fingí tristeza.

—Lo cierto es que Annie, no sé que haya pasado entre ustedes pero espero que se hayan arreglado— muerde su labio inferior con preocupación.

—¿Pasa algo?— en tanto pregunto mi padre se aparece a interrumpir nuestra conversación.

—Querida Annie, no sentí cuando llegaste anoche. Creo que bebí mucho— dice algo aturdido.

—Rodrigo ya dile de una vez— ordena mi madre.

—He estado pensando, Annie nunca haz mostrado interés en nuestros negocios y ya es tiempo de que te ocupes. Analizando di con Rian y pensé que se llevan tan bien que el podría enseñarte el funcionamiento de la empresa, ¡Si te enseñó matemáticas!— espera ansioso mi respuesta con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Rian?— me sobresalto un poco.

—¿Por qué, no te parece?— su expresión va cambiando a una más seria.

—Si me parece genial— rasco mi nariz como de costumbre cuando digo mentiras.

Finalmente tomé mis cosas y fui hasta el instituto dejando un padre emocionado para encontrarme con dos amigos parados frente a mi casillero.

—Dime que no lo perdonaste— escupe Hannah son más.

—Las cosas no son tan sencillas, no lo perdonaré. Resulta que a mi brillante padre se le ocurrió la idea de que Rian puede guiarme en el manejo de la juguetería— abro mi casillero para sacar los libros correspondientes.

—¿Qué le pasa a los Rodrigo?— bufa Hannah.

—Yo te podría acompañar, a mi si me gusta ir a la empresa— dice Allan.

Cierro mi casillero en tanto oigo el timbre de clases sonar, mis amigos y yo íbamos a entrar al salón en lo que nos interrumpieron.

—Oye Hannah, ¿Donde queda esto?— extiende el mapa del instituto a su prima, llevaba el uniforme del instituto que lo hacía notar más alto, apretado por sus músculos sobresalientes de la camisa.

—¿Gael?— pregunta Allan igual de confundido que yo.

—Esto pasa cuando repites curso— dice Hannah —¿Qué no ves que te queda al frente?— le señala el lugar de manera exagerada.

—Gracias primita, nos vemos en el descanso chicos— se despide

—Oh no, no lo creo— Hannah musita de una forma que solo nosotros podamos escuchar.



Espero que les haya gustado el capítulo.

¿Quieren que Annie perdone a Rian?

¿Gael del 1 al 10?

Actualizo a los 200 votos y 90 comentarios 💖

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