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Narra Rian:

—¿Ves cómo si te dije que lo de presentarte ante su familia si funcionaria?— presume Allan desde el otro lado de la línea.

—No estoy seguro de que haya funcionado, Rodrigo no parecía muy contento— hago un gesto de confusión pese a que él no pueda verme.

—Pero ella si, además está muy emocionada hoy en el instituto no paraba de hablar de ustedes y su relación— siento la necesidad de sonreír tras escuchar esto.

—Yo ya cumplí mi parte del trato, gracias Allan— me despido y cuelgo.

Allan me ayudaba con Annie a cambio de presentarle a ese chico de la oficina de cuando nos vimos por primera vez.

El día de hoy estaba más motivado que nunca para trabajar, vería a mi pequeña y esta vez iba a ser correspondido. Ahora era sólo mía.

—Rian necesito hablar contigo— se interpone en mi camino hasta la oficina Rodrigo.

—Claro, pasemos— entramos en la oficina y ambos tomamos asiento mientras tomábamos café.

—¿Estás enamorado realmente de mi hija?— fue directamente al grano.

—De no haberlo estado no me tomo el atrevimiento de presentarme así— confieso.

—Tienes razón, pero es que mi Annie es muy pequeña y no quiero que salga lastimada ni que haga cosas por impulso— se nota preocupado.

—Sería incapaz de lastimar a Annie— a menos que sea en la cama, pensé —la amo, no estoy en la pubertad, no son arranques ni soy un niño hablo de verdad. No tendría porqué mentir— ese tipo de cosas se les otorga a niños cómo Gael.

—Estoy considerando su relación por favor, cena con nosotros en casa. Hablaremos esto más calmados— es lo último que dice y se retira.

Yo vuelvo a mi trabajo y ya es la hora, la hora en que ella siempre llega.

—¡Rian!— grita y se sienta sobre mis piernas.

—¿Rian bebé?— elevo una ceja esperando la respuesta correcta.

—Papi— corrige y me da un pico en los labios.

—Eso pensé— acaricio su pierna subiendo hasta por debajo de su falda. —¿Te hicieron falta las caricias de papi verdad bebé?— pregunto viendo cómo le empieza a costar respirar

—Si papi, mucho— muerde sus labios.

—Párate y pasa seguro a la puerta— le ordeno y obedece.

Sentado la pongo contra el escritorio teniendo una vista perfecta de su falda, solo era cuestión de alzarla.

—Te dije que te ibas a arrepentir— estampó mi mano contra su trasero descubierto y ella chilla.

—Evítame problemas bebé, sé silenciosa— pero ella no responde nada lo que me irrita al instante. La tomé del pelo de una manera no tan brusca —responde cuando te hablo— la regaño.

—Pero papi me pediste que fuera silenciosa— aunque no la pueda ver estoy seguro que está haciendo puchero. No pude evitar reírme de eso.

Seguí dando palmadas contra su trasero hasta que se tornó rojo y ella me pidió que parara.

—Buena niña bebé— baje su falda y la besé.

—Gracias papi— y se sentó en su escritorio temporal que estaba junto al mío.

—¿De quien eres perrita?— la tomo fuerte del cuello para que logre mirarme fijamente.

—Tuya papi— dice de una manera tan sumisa que me provocaba más.

—Hoy cenaré contigo— suelto de pronto.

—No, yo hoy ceno con mis papás— ordena unos papeles que estaban desordenados.

—Es lo que digo, tu padre me invitó— enredo mis manos entre mi cabello.

—Es un avance— sonríe

—Arréglate un poquito, no te vayas a quedar en ese uniforme con el pelo desordenado— río por cómo la encontré la otra vez. Incluso así se veía hermosa.

Salimos de la oficina cuando ya la hora laboral había concluido y me presté a llevarla a casa, no sin antes pasar por la mía para cambiar mi ropa.

—Hay ciertas reglas. Si eres mi novio eres solo mío, no quiero chicas a tú lado que te besen, preferiblemente que ninguna femenina te respire cerca— se sienta en mi cama mientras con mi toalla colgando empiezo a considerar algunas camisas que me gustaría llevar puesta.

—Lo mismo digo, no quiero que ningún chico se te acerque— me perfumo y coloco mi ropa interior.

—¿Qué crees que te vaya a decir mi papá?— pregunta dando vueltas sobre mi cama

—No tengo idea, pero espero lo mejor— pongo mi camisa blanca mangas cortas de diseños coloridos y unos jeans a la par de unos tenis.

—Estas muy guapo— me abraza —Y hueles muy rico— se inclina para oler mi cuello.

—No puedo decir lo mismo de ti, nunca te bañas— bromeo y reímos.

Cuando estuve listo fuimos a su casa, Annie subió a vestirse, estaba subiendo las escaleras cuando...

—¿Adónde crees que vas?— su hermano se cruza en mi camino y me devuelvo hasta la cocina donde está Issa cocinando, Rodrigo aún no llegaba.

—Espero que te guste Rian, he cocinado algo especial porque te quedas a cenar— me ofrece una amable sonrisa. La señora Issa tenía un corazón enorme.

—Estoy ansioso por saber que es— sonrío también.

Era la primera vez que sentía que pertenecía a algo, así me hacía sentir Annie.

Después de un rato el padre de Annie por fin llega y ella baja vestida con algo casual pero si que se veía hermosa: unos shorts y una camisa a rayas, también llevaba tenis.

—Foto a la parejita— saca Issa su celular y el papá de Annie carraspea.

—¿Parejita? Eso se decidirá hoy— responde serio pero de igual forma Issa lo ignora y nos obliga a posar para sus mil fotos.

—¿Por qué toma tantas fotos?— le susurro a Annie

—Se compró un nuevo celular, y si supieras lo que hace con ellas no posarás tan felizmente— nos miramos divertidos y reímos.

—A cenar que se enfría— Issa pone la mesa con mi ayuda y nos sentamos todos.

—Que he preparado algo ligero, ensalada Lyonnaise y para acompañar un vino blanco— toma en mano Issa la botella.

—Se ve muy rico— y cuando estoy listo para empezar a comer Annie me detiene.

—Primero se agradece— me corrige

My daddy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora