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—Despierta— oigo como alguien trata de interrumpir mi sueño y al instante me cubro con la almohada. —despierta hermanita— siento como me pegan una bofetada.

—¿Se puede saber qué te pasa Dereck?— despierto enojada lanzándole la almohada.

—Justo como en los viejos tiempos— ríe.

—Lárgate a Japón— trato de acostarme nuevamente pero me toma de los pies y me arrastra hasta el piso.

—Lo siento, mamá me pidió que te despertara, tienes diecisiete creí que habías superado esta etapa— me toma del pelo haciendo imposible que vuelva a dormir.

—Y hablando de diecisiete, ni siquiera me llamaste por mi cumpleaños. Eres un mal hermano— me suelto como puedo de su agarre.

—La pintura consume mi tiempo, no te voy a negar que lo he olvidado. Pero siempre te tengo presente hermanita— juega con mi nariz divertido.

—¿A si?— pregunto curiosa.

—Tanto que serás la primera en enterarte del porqué estoy en Los Ángeles— se recuesta mirando al techo y yo hago lo mismo.

—¿Primicia? Cuenta ya que te tardas— le regaño.

—En primer lugar me he venido a disculpar con papá y mamá sé que he sido un mal hijo, así que vine a arreglar las cosas... lo otro es que voy a ser papá— me mira esperando mi reacción.

—¡No me lo puedo creer! Voy a ser tía— susurro a gritos de emoción.

Dereck no era de esos que quería hijos o un matrimonio, le gustaba pintar libremente y hacer cosas en pareja sin ataduras. Creo que esto es lo que llaman madurez.

—Difícil de creer, pero es cierto. Dereck será todo un hombre— habla de si mismo —¿Y qué pasa con mi hermanita? Llevando esa cara de diosa y no tiene novio— frunce su ceño extrañado.

—Hay alguien que me gusta...— hago una pausa y él espera ansioso el famoso "pero" —es mayor qué yo, tiene veintidós— hago un gesto extraño esperando también su reacción.

—¿Y? Cuando alguien como Issa es tu madre aprendes que por ley de vida amar no es cuestión de edades, son veintidós no cuarenta. Si te hace feliz inténtalo— su semblante serio apareció, rara vez estaba ahí.

—También hay otras cosas.... Es socio de papá— suelto rápido.

—¡Ay Annie! En los líos que te metes. Solo espero que si van a intentarlo no se aproveche de ti ni mucho menos vaya a lastimarte—

—De hecho....— interrumpo

—¿Qué?—

—Ya me lastimó, no parece querer nada serio conmigo y me reclamó eso— digo algo entristecida

—¿Quién es ese tipo que se atreve a lastimar a mi hermana menor?, creo que se volvió loco si no quiere tener a alguien tan guapa sosteniendo su mano llevando adornos tan elegantes como la inteligencia que te cargas— sonaba tan cursi que podría jurar que este no era Dereck.

Después de un rato me empecé a vestir para ir al instituto con él en la habitación quien tras varios silencios convertidos en análisis se digna a hablar.

—Annie, ¿Nunca pensaste qué tal vez si quiere ser tu novio? Pero como eres menor y la hija de su socio pues se le complica, yo no querría estar en sus zapatos para ser sincero— dijo pensativo.

—Puede que tengas razón— tomo mi mochila doy los últimos toques a mi peinado y bajamos juntos a desayunar.

—¡Que bellos se ven mis dos hijos!— mamá nos toma fotos desprevenidos en la mesa, Dereck y yo nos dimos una mirada sabiendo dónde iba a terminar esa foto.

—Issa ya siéntate a desayunar que se enfría— dice papá, un poquito más amargado que de costumbre.

—Y dime Dereck, ¿Le mostraste correctamente Japón a Annie la última vez?— come de su desayuno tranquilamente viéndome apurada, Dereck no tenía idea de lo que papá estaba hablando.

—¿Eh?— pregunta confundido. Le doy una señal con mi pie por debajo de la mesa y reacciona enseguida —Aaaaa, si Annie conoce Japón de pies a cabeza. Cortesía de Dereck— simula.

¿Qué sería de mi si papá se llegara a enterar que estaba en Argentina con Rian y no con mi hermano cómo él lo tenía pensado?

Comí tan rápido cómo pude cuando vi que se me hacía tarde, mi hermano se prestó a llevarme no desperdiciaría ni un segundo de su estancia aquí.

—Tanto sin verte— Gael me abraza por la espalda cuando estoy entrando al instituto.

—No seas exagerado Gael— rio y nos separamos.

—Que te he dicho que me esperes, otra vez Rodrigo tiene que llevarme a casa por tu culpa— golpes Hannah a su primo en tanto lo divisa de la multitud.

—¿Tan temprano y ya andas de agresiva?— Allan se presenta frente a nosotros y me toma del brazo apartándome de Gael fundiéndome en un abrazo, raras veces las que Allan se proponía a demostrarnos cariño.

—Hoy estás muy cariñoso— lo miro extrañada.

—Mi amargura me consume— me aprieta más en el abrazo llegando a un punto que me lastimaba a propósito.

—Te odio Allan— lo golpeo como puedo con mi codo.

Al final del día cada uno tomamos caminos separados, los chicos fueron a sus respectivos autos, Hannah con Rodrigo que no parecía molestarle la idea y yo parada frente a un chico que me esperaba con un ramo de rosas en sus manos.

—Las rosas son para pedirte de manera educada que vengas en mi auto— Rian sonríe de una forma tan natural que lo hacía ver diferente.

—¿Por qué?— ruedo los ojos mientras finjo que la idea de tenerlo en frente con rosas en sus manos me disgusta.

—Por favor— abre la puerta de este para que yo entre y decido hacerlo.

—¿Te gustan? Las elegí porqué el rojo te va bien— dice cuando me ve oliéndolas.

—No están mal— sonrió —pero no entiendo por qué pasas por mi y me traes rosas— las acomodo a un costado.

—Vi un puesto y pensé, "¿Por qué no llevarle un detalle a mi pequeña?" Y ahí están. Solo es eso no te estoy pidiendo que me perdones— me mira fijamente a los ojos —pero si decides hacerlo...— no termina la oración y sonríe.

¿Qué voy a hacer contigo Rian?

My daddy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora