BARCELONA; Berlín [EDITANDO]

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JUEVES - 8:00 A.M

Eran las ocho justas de la mañana cuando el cuerpo policial salió a dar sus primeras declaraciones, no era necesario decir lo disconformes que estaban ellos, y lo contenta que estaba la gente al saber que habían escapado los encargados de llevar a cabo el mayor atraco en la historia de España. Un atraco lleno de simbolismo que viviría en los corazones de la gente por años y años.

—Buenos días.— espeta la mujer a cargo frente a casi cien periodistas y cámaras.— Estamos aquí el día de hoy para informaros públicamente sobre las instancias del atraco a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre que presenciamos estos últimos seis días.— comienza a hablar la mujer, mientras que, ya en aguas internacionales, el profesor escuchaba con atención la radio del barco junto al resto de la banda.— En primer lugar, estamos a punto de indentificar a los cuatro miembros restantes de la banda, y esperamos a más tardar mañana poder contar con esa información.— Denver resopla al oír aquello, con inseguridad.— En segundo, con toda la honestidad de nuestro cuerpo policial, no tenemos ninguna pista sobre el paradero de estos secuestradores.

El ruido de los periodistas no tarda en llegar, sedientos por saber un poco más.

—Y, lamentablemente, debemos reportar que dos de los atracadores han sido abatidos durante un largo tiroteo en el interior de la Fábrica.— menciona, generando un ambiente tenso entre los presentes, sobretodo en Sergio. Le dolía el alma, le ardía la garganta al recordar aquellas palabras de despedida.— Han sido identificados como Andrés de Fonollosa Gonzalves, de cuarenta y un años, que contaba con orden de búsqueda y captura en España y Francia; y también la señorita Bianca Galindo Torres, de treinta y tres años, que tenía cargos por robos de guante blanco y era fugitiva tanto en España como en Alemania e Italia, se cree que esta mujer fue partícipe en el gran robo al Museo de Louvre, en París, hace seis años...

Al oír aquello a través de la radio, Barcelona no puede evitar soltar una risa, que es seguida por la de Andrés. Ambos sentados cómodamente en los asientos del tren que los llevaría de vuelta a Italia en unas trece horas.

—Tenemos entendido que estos dos atracadores eran pareja, llevaban años robando joyerías juntos.— habla el locutor de la radio, a la vez que Barcelona deja caer su cabeza sobre el hombro de su amado con cansancio.— Eran los Bonnie y Clyde españoles.— bromea entre risas.— Y me atrevería a decir que el haber muerto juntos es el mejor destino que podrían haber tenido...

Pero ahí se equivocaba.

Esa misma mañana, los padres biológicos de Barcelona se encerraron en su cuarto con lágrimas en los ojos, esperando que el pequeño Alonso estuviera lo más lejos de oír la trágica información que acababan de pasar por la tele. Con solo oír sus nombres, él sabría que se trataba de sus padres, las personas por las que más esperaba en ese momento.

Sin entender nada de lo que ocurría gracias a la inmensa cantidad de mentiras blancas que le habían proporcionado sus abuelos.

Un día tus padres acababan de llegar de un safari de nueve años, y al día siguiente eran "abatidos" por la policía en un atraco histórico.

Barcelona suspiró, observando por la ventana, y sintiendo el pasar de las horas en su trasero. El dolor que sentía comenzaba a incomodarle y no tuvo más remedio que ponerse de pie y caminar por los pasillos del tren. Intentando esconder su rostro del resto de los pasajeros, que oían la noticia y hablaban de ellos como si no estuviesen presentes. Porque legalmente ya no lo estaban. La castaña ingresó al baño y dejó caer su cuerpo en un rincón de este, pensando en lo mucho que le dolía la vida misma en esos momentos.