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Fuertes golpes en la puerta provocaron que tanto Andrés como Barcelona despertarán al instante, ambos quedando en un estado de confusión total; lo último que recordaban era haberse tirado en el sofá para seguir comiéndose las bocas, pero terminaron completamente dormidos. La castaña se puso de pie, caminando hasta la puerta entre tambaleos somnolientos con la atenta mirada del pelinegro sobre su espalda.

—El profesor quiere hablar contigo.— espetó Tokio una vez que la puerta se abrió.— Eres increíble, eh, follando mientras tu amiga se debate entre la vida y la muerte.

Barcelona sonríe de lado, cínica.— En primer lugar, no follamos; y segundo, no seas rencorosa. Que Río te haya dejado no es culpa de nadie, tampoco tuya, déjalo ser.— musita, volviendo a cerrar la puerta en la cara de Tokio, que soltó un gruñido antes de irse.— Me voy.— le informa al pelinegro, alzando su mano para agitarla en un adiós somnoliento antes de salir en camino a la biblioteca.

Berlín se sienta en el sofá, moviendo su cabeza de un lado a otro, oyendo sus huesos tronar ante la incomodidad que le había provocado dormir en un sofá tan pequeño para ambos. Una sonrisa aparece por su rostro al recordar los besos adictivos de su castaña, que sin duda lo habían hecho renacer, estaba de buen humor. 

—Sergio.— habla Barcelona a través del radio, este tomándolo de inmediato desde su nuevo escóndite, esbozando una sonrisa ladina al oír la voz somnolienta de la castaña.

Buenos días.— responde él.— Tenías razón, Lisboa está viva.— le informa, haciendo que la castaña suelte una sonrisa amplia.— La están interrogando en la carpa.

—¿Cuánto tiempo pueden tenerla ahí?— cuestiona ella, paseándose entre las librerías, leyendo cada uno de los títulos de los libros frente a ella.

No lo sé, pero le darán igual las 72 horas de arresto preventivo.

—¿Crees que la trasladen? 

Es posible, sí.

—¿Qué harás?— pregunta, deteniéndose frente a los libros de Oscar Wilde, en un silencio significativo por parte de Sergio que la hizo entender que no tenía idea.— Sergio, tienes que pensar en algo rápido.— exige, dándose la vuelta para mirar por el balcón, encontrándose con su marido de pie al otro lado, observándola.— Lisboa tiene todo el plan en la cabeza, incluído el lugar desde donde nos estás llamando, y no olvides que tiene una hija y una madre que ayudará a la policía a persuadirla.— espeta con rápidez, sintiendo su corazón acelerarse al ver a Andrés caminar hacía ella con su típica elegancia floreciendo.

No puedo pensar en nada, Barce...— musita él, casi con desesperación.— Estoy muy cansado, no- no puedo.

—Piensa con calma, vas a solucionarlo.— le asegura ella con calma, sintiendo los brazos de Andrés rodearla por la espalda, él depositando un suave beso en su cuello que la hace estremecer.

¿Palermo sigue atado?

—Sí.— responde ella, al mismo tiempo que Andrés le muerde suavemente el cuello, jugueteando con fuego. Ella lo golpea con el codo en las costillas, haciéndolo soltar una risa. 

Acércate a él y pídele que piense en algo para ayudar a Lisboa, dile que está viva y en la carpa.— pide, haciendo que Andrés arruge el ceño. 

—Dudo que quiera hacerlo.— habla ella, sintiendo las manos del pelinegro recorrer su cuerpo lenta y seductoramente.

Necesitamos que vuelva a enamorarse del plan, Barcelona, necesitamos tener a Palermo de nuestro lado, tú lo sabes bien.— al oír aquello, Berlín pone los ojos en blanco. Queriendo gritarle a su hermano que era todo parte del plan macabro que habían montado, pero no podía hacerlo porque sabía perfectamente que Sergio no estaría de acuerdo, mucho menos lo estaría Barcelona. 

BARCELONA; Berlín [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora