"¿POR QUÉ JIMIN NO ME AMA? " [JIKOOK]

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No, tenía que dejar las paranoias. JiMin pensaría que se encontraba en la galería.

La única persona que sabía que estaba en casa era Jung.

-¿Diga?

-¿Todavía no estás tomando el sol? -era Jung.

-No, todavía no.

-He hablado con Joon y ha dicho que va a conseguir una licencia especial -le explicó muy animado-. De ese modo podremos casarnos dentro de poco.

Dentro de poco...

-Junio es el mes de las bodas y la iglesia está reservada para todos los sábados -siguió diciendo él-. Pero podemos casarnos el lunes, si estás de acuerdo.

Para el lunes faltaba menos de una semana.

-Sí... -dijo Jungkook, intentando disimular su duda, pero él lo notó.

-No pareces estar muy seguro.

-Sí, estoy seguro -respiró profundamente-. El lunes será perfecto.

Él dejó escapar un suspiro de alivio.
-Lo próximo que tenemos que hacer es planear la luna de miel. Ve pensando adonde te gustaría ir.

-¿Y qué pasará con la galería?

-Si no encuentro a nadie que ayude a Yoongi, la cerraré. Nuestro matrimonio es mucho más importante que la galería.

¿Cómo podía ser una equivocación casarse con un hombre así?, pensó Jungkook.

Después de colgar se fue a la cocina a sacar el pollo del congelador para la cena.

Luego, salió al jardín, llevándose un vaso de limonada recién exprimida y un libro.
Se tumbó a leer, pero fue incapaz de concentrarse en la lectura. Lo único que veía en las páginas era el rostro de JiMin y se preguntaba cuál sería su próximo movimiento.

-Buenos días. ¿Has dormido bien?
Igual que si lo hubieran conjurado sus pensamientos, allí estaba, en la puerta de la cocina, con unos pantalones a medida y una camisa blanca de seda.
El susto fue tan grande que Jungkook dio un salto. El vaso cayó al suelo,
rompiéndose en pedazos y salpicándolo de limonada.

-Vaya por Dios... -dijo él-. No te muevas, no vaya a ser que te cortes con los cristales.
La advertencia llegó demasiado tarde. Jungkook soltó un grito al clavarse una esquirla en el dedo.

-Siéntate, deja que te lo mire -lo hizo sentarse en la silla y, agachándose junto a el, le extrajo el cristal, haciendo que brotaran unas gotas de sangre. Entonces acercó su boca a la herida y la chupó, provocándole a Jungkook una oleada de placer y deseo-. Ya está -dijo alegremente, y lo miró sin soltarle el pie-. Ahora, no te muevas o tendré que seguir haciendo lo mismo.
Entró en la cocina y volvió con una escoba y un recogedor.

-He visto que queda limonada en la jarra -dijo, barriendo con eficacia los cristales. Así que, en cuanto acabe de barrer, nos serviremos unos vasos.
Sin que el pudiera decir nada. JiMin sacó un par de vasos y los dejó en la
mesita. Entonces la contempló con insolente detenimiento, fijándose en sus vestimenta.
-Vestida así pareces eres hermoso.

-Pues no lo soy -consiguió decir el.

-. Tengo casi veinticinco años. ¿Qué
haces aquí? -preguntó, alarmado por el fuego que ardía en sus ojos-¿Qué
quieres? ¿Y cómo has entrado? -añadió, confundido.

-Por la puerta delantera, como cualquier visita respetable -dijo él sonriendo.

-¿Sin llave?

-Tengo una -respondió satisfecho, sacando una llave del bolsillo.

-¿Cómo la has conseguido?

-La tomé prestada de tu mochila anoche -admitió él.

El recordó.

-Confiaba en que no la echases de menos -siguió diciendo él-. El factor sorpresa es fundamental para pillar desprevenido al enemigo.

-No sé qué esperas ganar con esto -dijo el, intentando serenar su voz-. No pienso volver contigo.

-Eso ya lo dijiste. Por eso estoy aquí, para hacerte cambiar de opinión.

-¿Cómo sabías que estaba en casa?

-Lo primero que hice esta mañana fue llamar a la galería y hablar con Joon -a Jungkook se le congeló la sangre-. Y tengo que admitir que me equivoqué con él. No es un blandengue, y aunque parezca un inútil, se comportó ante mí con la
entereza que admiro en las personas. Tranquila -le dijo al ver la expresión de horror en su rostro-. No llegamos a las manos.

El respiró aliviado. Sabía que JiMin podía intimidar al más fuerte de los
hombres.

-¿Qué le dijiste?

-Mucho menos de lo que me dijo él a mí -Jungkook esperó conteniendo la respiración-. Me llamo canalla, y me dejó claro que si encontraba una vez más, me mataría.