Capítulo 11

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La puerta de mi habitación se abrió a eso de las 6 de la mañana. Unos ligeros pasos se escucharon caminar de un lado a otro entre mi habitación y el baño. No le di mayor importancia. Me quedé en el mismo lugar donde había pasado la noche. Sentada en el suelo frente a la ventana. Mirando el horizonte.

La paliza de mi madre había sido muy dura. No solo fueron bofetadas, sino que sus nudillos se sintieron muy fuertes en mis costillas. En mi mejilla, había una pequeña cortada producto de sus uñas. Estaba adolorida en cuerpo y alma. Pero no lloré. Si lloraba, mi rostro ardería más. Y mi orgullo se vería comprometido.

¿Por qué una madre tenía que comportarse de esa forma con su hija? No era por la sociedad. He presenciado que no todas las madres son malas con sus hijas féminas. Entonces, ¿por qué ella se comporta de esa forma conmigo? ¿Qué hice yo para que mi propia madre me odiara tanto?

Los pasos se acercaron a mi.

- Señorita, su baño ya se encuentra listo-

Asentí sin mirar a la sirvienta y luego escuché la puerta cerrarse. El personal de esta casa conocía los "tratos" de mi madre. Si hay algo que debía agradecerles enormemente era este simple gesto de prepararme el baño temprano. Me levanté del suelo con mucho cuidado ya que cada parte de mi ser dolía, y me encaminé hacia el baño. Una vez estuve ahí, me quité la ropa y entré a la tina. El agua estaba a término medio, por lo que mi cuerpo no se resintió.

Luego de lo que pasó con mi madre, Plagg llegó a la habitación y me encontró herida. Pensó que había entrado alguien y que me habían golpeado para robarme. Con pocas palabras le dije la verdad. Él quiso ir a la habitación de mis padres y darle un poco de dolor a mi madre, pero le pedí que no lo hiciera. No me gustaba el trato del "ojo por ojo". Pasó el resto de la madrugada a mi lado, en silencio. Hacía media hora se le había ocurrido una idea, y salió sin decirme lo que era. Hasta ahora, no ha regresado. Intenté no darle cabeza a eso.

Inhalé y exhalé.

Solo quería dejar de pensar. Quería dejar de sentir.

¿Por qué mi vida tenía que ser tan complicada? ¿Por qué yo existía?

Tal vez ese era mi problema. No debí existir. Así Luka nunca me hubiera conocido y podría seguir al lado de su familia. Si yo no hubiera existido, tal vez mi madre no fuera tan mala. Si no existiera, Plagg sería libre de tener un portador más efectivo.

Me dejé deslizar por la tina. Aguanté la respiración y sumergí la cabeza dentro del agua.

No quería sufrir más.

No quería...

Sentí el oxígeno comenzar a fallarme.

Poco a poco, lo dejé salir.

El agua me entró por la nariz.

Luché contra el impulso de emerger.

Esto tenía que acabar.

No podía seguir.

Un grito se escuchó a lo lejos, y luego, un fuerte golpe sacudió la tina de lado. La tina y yo nos caimos al suelo, con el agua corriéndose por todo el suelo. Tosí y escupí el agua que había entrado a mis pulmones.

-¡¿En qué estabas pensando, niña?!-

El grito de Plagg me hizo girarme a verlo. Estaba con los bracitos cruzados sobre su pecho y me miraba furioso. A su lado, había otra criatura roja que nos observaba a ambos con sus ojos azul violetas llenos de preocupación.

- Yo...- intenté hablar-

- Tú nada- dijo Plagg- No quiero que me abandones de esta forma. ¿Me oyes?-

Deseos ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora