Capítulo 4

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Al pasar el tiempo, Adrien decidió que quería ir al lago. Ya en esa zona no habían muchos pueblerinos. No me gustaba pasar por el lago de día, pero tuve que fingir que no me importaba nada. Los sirvientes se encargaron de preparar un espacio donde Adrien y yo pudiéramos sentarnos a "disfrutar" la vista del lago.

-¿Te ha gustado salir al pueblo hoy?- me preguntó Adrien-

- No- respondí cortantemente-

- Sé que no sales mucho de tu hogar, y quise hacer eso para ver si dejabas de ser tan borde pero me he dado cuenta que no funcionó-

- Si usted cree que va a ganar mi corazón con una salida al pueblo, está muy equivocado-

-¿Quieres algún tipo de joyas o algo material? Porque, déjame decirte, que a pesar de ser tan engreída, no pareces ser materialista-

- No me conoce, joven Agreste-

- Y es lo que busco hacer, señorita Dupain Cheng-

Bufé exasperada. ¿Por qué no se daba por vencido?

- Me gusta la forma en la que el sol se refleja sobre la superficie del lago y acentúa los colores que este posee-

Me fijé en lo que acababa de decir. Era cierto. El reflejo del sol le daba más brillo al azul que se encontraba en la superficie. Lo convertía en un color digno de apreciar. Casi se parecía a...

- Me recuerda a tus ojos-

Fruncí el ceño.

-¿Sabes? Suelen decir que el mar es impredecible. ¿Has visto el mar alguna vez?-

- No-

Muchas ganas que tenía de hacerlo. Tanta lectura que había realizado me daba ese espíritu aventurero que me impulsaba a querer descubrir esos monstruos marinos que se encontraban al finalizar el mar. Luka me había hablado también sobre el mar. Solía hablarme de las historias que su madre le contaba cuando era pequeño sobre las aventuras en el mar que tuvo con su padre cuando eran jóvenes. El padre de Luka había fallecido poco después del nacimiento de su hermana Juleka, pero su vida había estado llena de aventuras.

Sin poder evitarlo, mi mente evocó esa tercera vez que me encontré con él.

Un mes pasó antes que volviera a escaparme. Di una simple vuelta por el pueblo, pero como no había casi nadie, no pensaba arriesgarme mucho. Por lo tanto, me fui al lago. El lugar estaba vacío. Me sentí triste al no encontrarlo ahí. De seguro ahora me odiaba por quien yo era. Me senté a la orilla del lago a reflexionar sobre mi vida.

Quería hacer algo que le diera sentido a mi vida. Siempre me había sentido atrapada y nunca encontraba una forma ser libre. No había forma de ser libre. Si naciste en la Alta Sociedad, pertenecerás siempre a ella. Y menos si eres mujer. Las mujeres tienen menos voz y menos votos del que un hombre posee.

- Al principio realmente creí que eras alguna sirvienta que había escapado-

Me giré y ahí vi a Luka de pie detrás de mi, con las manos dentro de sus bolsillos y su mirada fija en la superficie del lago. Bajé la cabeza.

- Me molesté por no habérmelo dicho antes. Ya luego se me pasó pero tu no regresabas. Por casualidades de la vida, escuché a mi hermana regresar del pueblo hablando sobre una fiesta que se haría a lo grande para celebrar el cumpleaños de la hija de los vizcondes Dupain Cheng. Resulta que el nombre de esa chica es el mismo tuyo. Pensé que sería una terrible coincidencia que llevaras el mismo nombre de alguna mimada de la alta sociedad-

Deseos ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora