Capítulo 10

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En el capítulo anterior:

En esos momentos, una mariposa negra pasó por mi lado y se posó en una pulsera que tenía Juleka. Una espesa neblina púrpura la cubrió de pies a cabeza.

¿Qué demonios era eso?

Cuando la neblina desapareció, Juleka estaba vestida de otra forma, y parecía tener más fuerza de la que haya tenido antes.

-¿Juleka?- pregunté asustada-

- Mi nombre no es Juleka. Soy Justileka, y te haré pagar por todo el daño que le has hecho a mi familia-

Fin del recuento

Juleka levantó una mano. No había visto la espada que tenía hasta que la blandió hacia mí. De un salto, caí hacia atrás.

No entendí nada de lo que estaba viendo, pero una parte de mí lo relacionó al tema de los prodigios.

Y mi teoría se concretó cuando un objeto circular sujeto de una cuerda negra, sostuvo la mano de Juleka que poseía la espada. Miré hacia arriba y lo vi a él. A Mister Bug.

-¿Se encuentra bien, señorita?- me preguntó Mister Bug con un tono preocupado-

- S-sí- respondí con el corazón agitado-

- Bien. Entonces es mejor que entre al castillo ahora. Yo me encargaré de esto-

Asentí con la cabeza y corrí hacia la entrada. Mucha gente había escuchado los estruendos afuera pero fueron lo suficientemente inteligentes como para quedarse dentro. Yo corrí hasta donde nadie pudiera verme cerca de la cocina.

-¡¿Plagg?!- grité susurrando-

Tres segundos después, la criatura negra atravesó la pared donde me encontraba.

-¿Pasa algo, Mari?- preguntó con las mejillas llenas-

- Espero que ese queso te de mucha energía. Creo que el villano se acaba de presentar aquí-

-¡Ya era hora de tener un poco de acción!-

- Plagg... ¡las garras!-

Como las veces anteriores, el pequeño kwami negro fue absorbido por el anillo y una luz verde cubrió mi cuerpo, transformando mi ropa y cubriendo mi identidad.

Corrí en dirección donde estaba Mister Bug, y casi me sonrojo por la escena que encontré. El catarino se había deshecho de su capa para estar más cómodo mientras luchaba contra Juleka. Sus brazos... se movían con una agilidad impresionante cuando tensaba o destensaba la cuerda del yo-yo. Los músculos se le marcaban de una forma... sensual y cautivadora. 

El catarino estaba muy bien dotado.

- Miau- dije para llamar la atención de él- Parece que un catarino necesita ayuda de una gatita- ronroneé-

- Lady Noir- gruñó- Menos habla y más acción-

Rodeé los ojos. Al menos a mi me tocaba lo divertido. Extendí el tubo para subir al nivel más alto del castillo y me deshice de la capa. Si me tocaba luchar, era mejor sin nada que me impidiera el movimiento libre.

-¿Qué haces, Lady Noir? Necesito que me ayudes a dejarla inconsciente-

Eso hacía, catarino, pero no puedo golpearla a ella.

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