Epílogo

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Diez años después.

Narra Marinette:

Caminaba de un lado a otro. Lo único que veía y escuchaba a mi alrededor eran personas sufriendo. Agarré fuertemente la cantimplora que llevaba en mis manos y me acerqué a las personas en los callejones. Les ofrecí un poco de agua para beber.

Tal vez debería estar en mi hogar. Con mi familia. Antes de que...

Sacudí mi cabeza. No podía pensar lo peor.

Íbamos a salir de esta. Todos juntos. Mis hijos crecerán y tendrán sus propias familias. Y Adrien y yo envejeceremos juntos. Estábamos destinados a estar juntos.

Cuando el agua de mi cantimplora acabó, regresé al castillo. Por hoy ya había hecho todo lo que podía hacer.

En el castillo me recibieron las toses fuertes de mi marido, y corrí hasta nuestros aposentos para ver cómo seguía. Su rostro estaba perlado del sudor, y el tono de su piel era bastante pálido.

Él había sido el primero en enfermar. Y cada día se demostraba su fuerza y valentía por continuar luchando. Sin embargo, hacía una semana había caído en cama, y no podía levantarse.

- Cariño, ya estoy de vuelta- acaricié su frente para despejarla de los mechones de cabellos adheridos a ella- ¿Quieres tomar un baño?-

De sus labios salió un sonido casi sordo pero aceptando mi propuesta. Me las ingenié para levantarlo de la cama y sostenerlo mientras caminábamos hacia la tina. Luego de dejarlo desnudo dentro de la tina, lo bañé con sumo cuidado.

- Amor- su voz me llegó a los oídos mientras lavaba su cabello-

- Dime, querido- le dije sonriendo y girándome hacia él para verlo de frente-

No dijo nada. Levantó su mano y acarició mi mejilla. Recosté mi cabeza en su mano y cerré los ojos.

- Te amo, Marinette- me dijo-

Un nudo se formó en mi garganta. Abrí los ojos de nuevo y me acerqué a él para besar sus labios.

- Yo te amo más, Adrien- le respondí y volví a besarlo-

Luego de un rato, regresamos a la cama. Adrien se quedó dormido casi al instante.

Decidí ir a ver a los niños entonces.

Louis tenía 11 años. Emma tenía 9 años. Y Hugo tenía 7 años. Los tres habían sido la adoración de Adrien y mía.

Y para nuestro gran pesar, los tres también habían enfermado después de su padre.

De hecho, yo también comenzaba a mostrar síntomas de estar infectada, pero era la única que podía hacer las cosas en la casa, por lo que intentaba no detenerme.

Alya era la única empleada que continuaba trabajando. El resto, o estaban recluídos enfermos también en sus hogares, o habían fallecido. Lamentablemente, Nino fue uno de los que falleció. A Alya eso le afectó enormemente, pero no dejó de trabajar. Decía que continuaría hasta que todo acabara. Por ella fue que decidí hacer lo mismo y ser fuerte por mi familia.

Aún podíamos luchar.

Entré a la habitación de los niños. Tenían habitaciones separadas, pero desde que enfermaron, habían decidido dormir los tres juntos para "cuidarse entre ellos".

Los tres estaban juntos durmiendo. Sus cuerpos también se veían pálidos y escuálidos en comparación a lo saludables que eran antes de enfermar.

Me senté a un lado de ellos en la enorme cama. Louis, al sentirme, abrió los ojos. Emma y Hugo continuaron durmiendo.

- Mamá- su voz sonó rasposa-

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