Capítulo 8

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Narra Marinette:

A los dos días, como estaba acordado, llegaron los Duques Agreste. Mi madre había vuelto a poner la casa patas arriba para recibirlos, y yo debía volver a usar trajes extravagantes.

Durante lo que duró el día anterior, Adrien y yo no nos encontramos casi nunca. Mis padres lo tomaron para enseñarle cada recodo del castillo, y de una vez, el lugar donde se producía lo que provocó el acuerdo.

Me la pasé mayormente encerrada en mi cuarto leyendo. Cuando salía solo era para ir a la cocina a buscarle algo de comer a Plagg y luego regresaba a mi habitación a leer. Plagg y yo no habíamos vuelto a transformarnos. No quería encontrarme de nuevo con ese catarino bueno para nada.

Cuando los duques Agreste llegaron, me obligaron a salir de mi habitación. Y para colmo, mi madre había enviado a Adrien para que fuera él quien me acompañara a recibir a los duques. Con nuestros brazos unidos. Sonriendo.

Adrien tocó a mi puerta y suspiré, preparándome para lo que vendría ahora. La abrí y me encontré a Adrien utilizando un conjunto color negro con verde que le ayudaba a realzar sus ojos. Se veía... bastante guapo.

- Ese vestido te queda hermoso, Marinette-

- Gracias, joven Adrien. Usted también se ve bien-

Puso su mano en jarra y me guiñó un ojo.

- Lo sé-

Rodé los ojos y tomé su mano. Caminamos hacia la entrada, donde mis padres ya se encontraban esperando a los duques. Ambos nos vieron y sonrieron. Mi padre fue una sonrisa genuina mientras que la sonrisa de mi madre era una clara muestra de que debía hacer lo mismo y sonreír. Me obligué a estirar mis labios en una mueca de sonrisa.

- Que bien se ven ustedes dos juntos. ¿No es así, Tom?- dijo mi madre-

- Así es, Sabine- le respondió mi padre- La juventud les cae perfecta-

En esos momentos, tocaron a la puerta.

- Deben ser los duques. Vayan a recibirlos- dijo mi madre-

Adrien me guió hasta la puerta y la abrió. En efecto, su padre y su madre se encontraban en una posición muy similar a la nuestra, unidos de brazos.

En cuanto Emilie Agreste vió a su hijo, soltó a su marido y corrió a abrazar a su hijo, lo que provocó que tuviéramos que soltarnos.

-¡Adrien! Te extrañé tanto, mi niño-

Intenté contener la risa que quería salir de mi garganta.

- Mamá- reprochó Adrien-

- Oh, lo lamento tanto, Marinette. Es un gusto volver a verte. Ese vestido te queda realmente hermoso-

Emilie me abrazó igual de emotiva que con su hijo y no pude hacer más que simplemente saludarla con la misma amabilidad que ella me demostraba.

- Es siempre un placer verte de nuevo, duquesa-

- Por favor, dime Emilie. Ya somos casi de la familia-

- Es un gusto ver que ustedes se llevan mejor- interrumpió Gabriel Agreste-

Miré de reojo a Adrien y él me devolvió la mirada.

Por supuesto que nos llevábamos mejor.

Sonreí y le devolví la vista a los Agreste.

- Como dijiste, padre. Era solo cuestión de tiempo- habló Adrien-

- Pasen, por favor- les pedí y me hice a un lado junto a Adrien para dejarles pasar-

Ellos entraron y mi madre y mi padre los recibieron. Juntos, los cuatro adultos fueron al salón principal para sentarse a conversar mientras que los sirvientes subían las maletas de los Agreste a la habitación que les tocaba. Adrien y yo nos quedamos aparte de ellos.

Deseos ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora