Capítulo III

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Ahí estaba yo, tragando en seco. Mis ojos se querían salir de las órbitas. Totalmente pasmada no podía creer lo que veía. ¿Qué carajos hacía aquí? Definitivamente esto tenía que ser un sueño y ya era hora de despertar. Me volví a acostar cerrando mis ojos fuertemente con dramatismo, mas sin embargo no pasaba nada. Los volví a abrir y allí estaba el angel griego mirándome con la nariz arrugada y una risa burlona.

— En serio ¿No te acuerdas de nada?— se acomodó, ahora descansaba su cabeza en la palma de su mano y me miraba como esperando a que dijera algo.

Yo no podía articular palabra alguna, en serio esto tenía que ser un sueño. Acerqué mi mano a su cara y le piqué un ojo con mi dedo índice. Al parecer no se lo esperaba porque comenzó a chillar y a maldecir.

— ¡Estas loca! ¿Qué te pasa?— llevó sus manos a el ojo afecto.

— ¿Esto es real?— pregunté descolocada.

Entonces se giró completamente quedando boca arriba en la cama.— ¿Esto no te parece real?— señaló su entrepierna enseñándome su miembro en todo su esplendor.

Sinceramente no sabía que hacer o decir. Estaba ligeramente erecto, al parecer se había despertado también junto con nosotros. Bueno creo que lo más sensato es que fije mi vista en su cara mejor; si lo sigo mirando así esto va a terminar muy mal.

— Pues si...— dije saliendo poco a poco del trance— ...parece bastante real.

Entonces por primera vez me fijé bien en su rostro, tengo que admitir que el tipo además del cuerpo escultural tenía un rostro precioso. Cabello un tanto largo que le llegaba a tapar la nuca y por debajo de las orejas; las mismas de las cuales colgaban varios piercings. Tenía ojos oscuros, pero vaya que brillaban. Su nariz era un poco ancha y tosca, pero compaginaba perfecta y armoniosamente con el resto de su rostro dándole un toque varonil, a lo igual que su afilada mandíbula.

Sus labios; el inferior un poco más abultado que el superior y con un lunar justo debajo. Creo que tardé demasiado apreciándolos. Mi momento de contemplar aquella escultura griega había terminado porque ahora él se vestía despacio y sin prisa; que no tenía nada que envidiarle al perfecto David de Miguel Ángel.

Pero qué carajos estaba pensando, estoy semidesnuda, en un lugar extraño, con un completo desconocido y aún así tengo tiempo de comérmelo con la mirada. Estoy completamente loca. Tenía que salir de ahí cuanto antes, y lo más lindo es que ni siquiera sabía dónde estaba. Apurada y un tanto nerviosa, me dediqué a recoger mi ropa que yacía desperdigada en el suelo.

— Tengo que salir.— miró el reloj en su muñeca— Aún es temprano, pero puedes quedarte durmiendo un poco más si quieres, al fin y al cabo es sábado.— habló despreocupado.

¿Qué se piensa? No soy ese tipo de chica de turno, aunque por la evidente situación se podíapensarcualquier cosa. ¡Maldito alcohol! Ni siquiera se porqué me molestaba; esto sería un vago recuerdo en pocos días. En fin ni siquiera nos conocemos y no es como si nos fuésemos a encontrar de nuevo. ¿O si?

Sábado. Miré la hora en mi móvil y ya casi eran las ocho de la mañana. Mierda, otra vez no. Al señor Adams no le gustan las impuntualidades y ya había tenido algunas este mes.

— Yo también me tengo que ir.— me apresuré a ponerme mis bragas y mis jeans. Calcé mis zapatillas saltando con dificultad por todo el pasillo del departamento. Justo al llegar a la puerta sentí como agarraban mi polo por detrás casi ahorcándome, impidiendo que pudiera moverme. Entonces aflojaron el agarre y solo así pude girarme un tanto sobresaltada.

—¿Te vas a ir así?— me miraba justo a los pechos; los cuales se notaban mucho marcándose mis pezones por debajo de la polera blanca.

— ¡Dios santo! ¿Dónde está mi brasier?— me miró encogiéndose de hombros. Yo regresé como loca buscando mi prenda desesperadamente por toda la habitación, por el baño, el pasillo, pero no pude encontrarlo.— ¿Donde lo metiste?— no podía darme el lujo de llegar tarde otra vez, incluso tendría que tomar un taxi.

Seven nights with you | jjk + ksj Donde viven las historias. Descúbrelo ahora